18/07/2018 – Babalucas y su amigo fueron de pesca. Compraron el mejor equipo, se hospedaron en un hotel de lujo a la orilla del lago y alquilaron una lancha. En cinco días pescaron solamente un pez. «¿Te das cuenta -le preguntó el amigo a Babalucas- de que ese pescado nos cuesta 30 mil pesos a cada uno?». «¡Uta! -exclama boquiabierto el tontorrón-. ¡Qué bueno que no pescamos más!»… La mamá de Pepito dio a luz gemelos. La maestra de la escuela le preguntó al chiquillo: «¿Cómo está tu mamá?». «Muy bien -respondió Pepito-. Tuvo un bebé y el repuesto. Seguramente mi papi asegundó». Doña Gules, dama de sociedad, les hizo una confidencia a sus amigas en la merienda de los jueves: «Un día fui por casualidad a la oficina de Sinople, mi marido. Su secretaria era una espléndida morena de exuberantes curvas, muy provocativa. Me preocupé tanto que esa noche le dije a mi esposo: «¿Para qué gastar en secretaria? Despide a esa muchacha. Desde mañana yo iré a trabajar en su lugar. Con el dinero que nos vamos a ahorrar de su sueldo podremos comprar una casa». Y en efecto: no tardó mi marido en ahorrar lo suficiente para dar el enganche de una mansión de lujo». Preguntó una señora: «¿Ahí vives?». «No -respondió mohína doña Gules-. Ahí vive él con la espléndida morena». La señorita Peripalda, catequista, le preguntó a Rosilita: «¿Sabes lo que son las tentaciones?». Respondió la niña: «No, pero ya me anda por saberlo». Don Geroncio se jubiló después de 40 años de trabajo, y sus compañeros -y compañeras- le organizaron una fiesta en una quinta campestre. Pasada la medianoche la reunión se puso pasional. El señor fue al pipisrúm, y dirigiéndose a cierta parte de su cuerpo le dijo con disgusto: «¡Grandísima pendeja! ¡Tú también te estarías divirtiendo si no te hubieras jubilado antes que yo!»… El técnico en refrigeración le dijo al señor de la casa. «Vengo a ver la congeladora . El señor gritó: «¡Vieja! ¡Aquí te buscan!»… Don Senilio, señor de edad madura, fue acusado de acoso sexual por su trabajadora doméstica. La denuncia no prosperó: el defensor de don Senilio demostró que la evidencia en que se basaba la acusación no se podía sostener… Hay en la ciencia de la administración un apotegma según el cual los jefes de primera escogen colaboradores de primera, en tanto que los jefes de segunda escogen colaboradores de tercera, para no correr el riesgo de ser desplazados por alguien igual o mejor que ellos. De López Obrador podrán decirse muchas cosas, pero no que haya escogido colaboradores de tercera o de segunda. Los señores y señoras a quienes ha presentado como futuros integrantes de su gabinete son hombres y mujeres de experiencia que seguramente pondrán lo mejor de sí mismos en la tarea de procurar el bien de la Nación. Ésa es una buena señal que se debe reconocer. Cabe esperar que AMLO sea respetuoso de las atribuciones de sus colaboradores y no imponga sobre ellos su voluntad. Si así lo hace podremos aspirar a tener un buen gobierno. Después del que hemos visto lo necesitamos mucho. A aquella azafata de aviación le decían «La Estufa de Gas». Siempre traía prendido un piloto… Don Eglogio, granjero acomodado, tenía un toro semental que alquilaba para hacer maquilas a las vacas de los vecinos. (El toro no sabía qué era eso de «maquilas»; él nomás se montaba). Cierto día llegó un individuo. Le preguntó a la pequeña hija del granjero: «¿Se encuentra tu papá?». «No está -respondió la niña-. Pero si viene por el toro, el alquiler es de 10 mil pesos». «No vengo por el toro -declaró con enojo el visitante-. Vengo porque tu hermano embarazó a mi hija». Dijo la pequeña: «En ese caso tendrá que esperar a mi papá. No sé cuánto cobra por mi hermano»… FIN.
MIRADOR.
¿Qué súbito regalo es éste? Voy en mi automóvil por la carretera con rumbo al aeropuerto de Monterrey. Se tienden todavía frente a mí las sombras de la noche.
De pronto, al dar la vuelta en una curva, asoma el sol por encima de la montaña, y con su luz se llena de repente el valle. Y aquí viene el regalo: la tierra está cubierta de arbustos coronados con una flor color de malva, o lila, o rosa. Todo el mundo, hace un minuto perdido en las tinieblas, se ha vuelto luminoso y colorido para mí.
Yo voy de prisa, porque el avión no espera. Pero me detengo y bajo del coche unos instantes a contemplar aquella maravilla. La tengo ahora en el recuerdo como una visión perfecta de belleza. Irá conmigo siempre aquel instante fugitivo en que el paisaje se vistió de sol y se puso en la solapa una flor color de malva para que yo la viera.
¡Hasta mañana!…