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De política y cosas peores
9/07/2018 – Un tipo le dijo a otro: «Supe que fuiste de pesca con una amiga. ¿Qué pescaste?». «Todavía no lo sé -respondió el otro, mohíno-. El especialista en enfermedades venéreas aún no tiene el resultado de los análisis». Los papás de Pepito regresaron a su casa después de medianoche luego de haber estado en una fiesta. Encontraron al chiquillo plácidamente dormido y mostrando una gran sonrisa de felicidad. La chica que lo había cuidado les dijo: «No se imaginan lo que tuve que hacerle para que se durmiera». El doctor Duerf, célebre analista, le preguntó al paciente que se había acostado en el diván con los pies en la cabecera: «¿Y desde cuándo notó usted esa tendencia a llevarles la contraria a los demás?». Un individuo yacía en su lecho de hospital vendado de pies a cabeza igual que momia egipcia. Su mamá quiso saber quién lo había puesto en tan aflictiva condición. «Fue un compadre mío -respondió el tipo hablando con dificultad-. Me golpeó por haberle dado la razón». «¿Cómo es eso?» -se sorprendió la señora. «Sí, mamá -confirmó el lacerado-. Me dijo: Mi mujer folla maravillosamente bien . Y yo le contesté: Tiene usted razón, compadre. Me consta que tiene toda la razón «. Susiflor fue al cine con su novio. Al regresar le contó a su compañera de cuarto: «La película tiene un final inesperado. Ni siquiera te da tiempo de bajarte la falda y abrocharte la blusa antes de que se encienda la luz». Mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes. Y mal comienza su lucha contra la corrupción quien desoye las voces de la sociedad civil, que pide un fiscal independiente, y se obstina en tener uno designado por él mismo y ungido por un Senado a modo. La actitud de AMLO entraña un ominoso aviso de autocracia que no debe pasar inadvertido. Doña Macalota volvió de un viaje antes de tiempo y sorprendió a don Chinguetas, su marido, en trance nada lícito con una hermosa morena de opulentas formas, pues las tenía opimas tanto en la parte de la proa como de la popa. Antes de que la estupefacta señora pudiera articular palabra habló su casquivano esposo: «Recuerda que me dijiste que querías embellecer nuestra casa. Quise aportar algo a esa tarea». Llorosa, atribulada, Rosilí le mostró a su novio Pitorrango el resultado del examen de laboratorio que mostraba indubitablemente que la ingenua chica se hallaba en estado de buena esperanza o dulce aguardamiento. Embarazada, para decirlo sin rodeos. «¡Caramba, Rosilí! -se apuró el tal Pitorrango-. Yo te pedí una prueba de amor, no de fertilidad». La secretaria del Lic. Ántropo, especializado en divorcios, le contó a su jefe: «Vinieron los esposos que se querían divorciar, y les informé lo que usted cobra. Eso bastó para que aquí mismo se reconciliaran». El poeta Marindo, liróforo municipal, estaba diciendo sus versos en la velada literario-musical del pueblo. Leyó con sonoroso acento: «En las aguas doradas del río Tejo.». Un incivil sujeto le gritó: «¡Será Tajo, güey!». El poeta Marindo completó». la luna brillaba como espejo». Luego, volviéndose hacia el majadero, le dijo: «¿Ya ves que no era Tajo, sino Tejo, grandísimo pendejo?». Un amigo de don Martiriano lo fue a visitar en su casa. El perro le gruñó y le mostró los colmillos. «No le hagas caso -tranquilizó don Martiriano a su amigo-. Es una costumbre que adquirió de mi mujer». Los recién casados salieron de la iglesia donde acaba de celebrarse su misa nupcial. Un tipo le dijo al novio: «Prepárate para no dormir nada esta noche». «No dormiré nada» -rió la broma el recién casado. «Y tendrás motivo -añadió el otro-. Ella ronca mucho». FIN.
MIRADOR.
Variaciones opus 33 sobre el tema de Don Juan.
Al salir de la misa del alba una hermosa dama de avanzada edad saludó a Don Juan. Le dijo dos palabras:
-Te recuerdo.
Luego, en el paseo del río, otra linda mujer de muchos años lo saludó también, e igualmente le dijo dos palabras:
-¿Me recuerdas?
El joven aprendiz de seductor que acompañaba al sevillano exclamó lleno de admiración:
-¡Cuántas mujeres hubo en vuestra vida!
Contestó Don Juan:
-Fue una sola.
De regreso se cruzó con ellos doña Inés, y dirigió a Don Juan una mirada llena de amor y evocaciones. Cuando le bella señora hubo pasado don Juan le dijo al muchacho dos palabras:
-Ella es.
¡Hasta mañana!…