Armando Fuentes
17/06/2018
Agencia Reforma
CIUDAD DE MÉXICO 16-Jun-2018 .-Facilda Lasestas, mujer de amplio criterio y generosidad más amplia todavía -a ningún hombre negaba nunca un vaso de agua-, decidió cambiar de vida y retomar la senda de la virtud y el bien, de la cual se había apartado por completo. Fue con el padre Arsilio, e hizo confesión general de sus pecados, lo cual le tomó casi nueve horas. De penitencia el buen sacerdote le impuso ir a un retiro espiritual. Al segundo día Facilda le comentó a una de las asistentes: «Mis piernas ya se han de haber aburridas una de la otra. Nunca habían estado juntas tanto tiempo»… Pepito llegó de la escuela. Su papá le preguntó: «¿Qué te enseñó hoy la maestra?». «Nada -respondió el chiquillo-. Traía pantalón». Avaricio Cenaoscuras, hombre ruin y cicatero, se vio obligado a oír la queja de su esposa. Le dijo la señora: «Estoy muy cansada. Hace mucho me prometiste que me llevarías a cenar, y no lo has hecho. Creo que ésta es una buena ocasión para que cumplas tu promesa». «Está bien -se resignó el cutre-. Te llevaré al Colón». La señora se alegró: «¿A ese lujoso restorán que se acaba de abrir?». «No -aclaró el avaro-. Al colón que se hace en la taquería de la esquina»… Chicholina tenía el busto muy beneficiado. Su problema era que anhelaba cantar acompañándose ella misma con la guitarra, y no podía hacerlo porque la medida de su busto le alejaba el instrumento de tal modo que no lo alcanzaba. Así pues fue con una cirujana plástica y le pidió que le redujera el busto. El día de la intervención, estando ya la chica bajo los efectos de la anestesia, dijo la doctora: «Olvidé preguntarle a Chicholina de qué tamaño quería que le dejara el busto. Nadie mejor que el residente para opinar sobre esto: él sabrá qué tamaño de busto prefieren los hombres en las mujeres». .Hizo venir al joven practicante y le explicó el problema: «Esta paciente no puede tocar la guitarra por lo grande de su busto, y me pidió que se lo redujera. ¿De qué tamaño crees que se lo debo dejar de modo que les guste a los varones que la van a oír?». El muchacho echó una mirada al problema -a los dos problemas- y luego expresó su opinión: «Doctora: sería una pena echar a perder esto. ¿Por qué no le sugiere que mejor toque el violín?». Simpliciano, joven adinerado pero ingenuo, se iba a casar con Pirulina. Unas semanas antes de la boda alguien le informó que su novia había corrido ya algo de mundo. «Ahora no sé si casarme -decía muy afligido-, pero a pesar de todo sigo queriendo a Pirulina». «Cásate con ella -le aconsejó un amigo-, y mira tu matrimonio como una sociedad industrial: tú pones el capital y ella la experiencia». Un año después del matrimonio Simpliciano tenía la experiencia y Pirulina el capital). El elegante lord inglés leía en su casa el Times de Londres fumando su pipa y apurando a pequeños sorbos una copa de oporto. James, su flemático mayordomo, se llegó a él y le dijo inexpresivo: «Creo mi obligación mi lord, comunicar a su excelencia que su esposa se encuentra en la alcoba acompañada en su lecho por un individuo a quien nunca he visto aquí». Lord Bighorn dobló parsimoniosamente su periódico; apagó su pipa; dejó la copa a un lado y luego le pidió a su mayordomo: «Ve a la sala de armas y tráeme mi rifle Magnum, el que uso para la caza mayor». James salió y regresó poco después con el rifle. Lord Bighorn le puso una bala en la recámara y junto con James se dirigió a la de su mujer. Abrió la puerta; observó brevemente la escena; levantó el rifle y ¡bang!, con un solo disparo dejó frío al acompañante de su esposa. El mayordomo exclamó lleno de admiración: «¡Qué tiro, milord! ¡Y eso que se estaba moviendo!»… FIN.
MIRADOR
Historias de la creación del mundo.
El Señor hizo al zorrillo.
De inmediato todos los animales se alejaron de él. Su fétido olor lo hacía detestable.
Solo y su alma -y su aroma- andaba el pobre zorrillo, sin que nadie quisiera juntarse con él.
Lloraba mucho, claro, pues todos tenían amigos, menos él.
El Señor, compasivo, sumió al zorrillo en un profundo sueño, y de una de sus costillas le hizo una preciosa zorrillita.
Cuando el zorrillo despertó vio a aquella bellísima criatura. Triste, lleno de confusión, se alejó de ella, igual que se apartaba de los demás animales. Pero la zorrillita se le acercó, mimosa, y restregándose en él le dijo con voz llena de amor:
-¡Sí que hueles bonito! ¿Qué loción usas?
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
«. Se incumple el reglamento que prohíbe fumar en oficinas públicas..
Miles y miles ya suman
hasta el presente momento
los que al dicho reglamento
de «No Fumar» no lo fuman.