De política y cosas peores

1/06/2018 – Toma este dinero, muchacha, y gástalo bien». Don Periclo, diputado al Congreso de la Unión por el Partido de la Moral y la Familia, le alargó con ademán munificente dos billetes de 500 pesos a la linda chica con la que acababa de tener un episodio erótico en la habitación 305 del Motel Kamagua. «Gracias, señor -dijo ella al tiempo que le devolvía el dinero-. Cobro nada más 50 pesos». «¿50 pesos? -se asombró el legislador-. ¿Y cobrando eso puedes vivir?». «Bueno -explicó la linda suripanta con una sonrisa-. También hago un poquito de chantaje». (Con esa misma munificencia AMLO declaró que los empresarios tienen derecho a disentir. Háganlo ahora. Quizá después no sea ya tan fácil). Malverda, hija de don Hamponio, el narco de la esquina, contrajo matrimonio. De regalo de bodas su padre le dio un rifle AK-47. La esposa de don Hamponio se escandalizó. «¿Cómo le haces un regalo así a tu hija?». «Supongamos -replicó don Hamponio- que Malverdita llega a su casa y encuentra a su marido en la cama con una mujer. ¿Qué quieres que haga? Preguntarles: Perdón, ¿cuánto les falta? «. (Lo bueno para don Hamponio es que ahí viene ya la amnistía). Rosibel, la secretaria de don Algón, le confesó a su jefe que sentía por él una atracción muy grande. El ejecutivo la tomó por los hombros y le dijo con solemne acento: «Tú sabes que soy hombre casado. ¿Te gustaría que nos viéramos a escondidas en bares de mala muerte; que nos hiciéramos el amor en parajes alejados de la ciudad, en el asiento de atrás de mi automóvil, o que tuviéramos encuentros clandestinos un vez a la semana en moteles baratos de las afueras?». «No, no me gustaría eso» -se avergonzó la chica. «Lástima – suspiró pesaroso Don Algón-. ¡Habría sido tan bonito!». (Y para colmo ya viene también el Código Moral). Un turista suizo no podía hallar su hotel en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Detuvo a dos sujetos que pasaban y les pidió ayuda en alemán. No le entendieron. Les habló en italiano. Tampoco obtuvo respuesta. Se dirigió a ellos en francés. Empeño vano. Intentó la comunicación en inglés. El resultado fue el mismo. Se alejó meneando la cabeza. Uno de los tipos le dijo a su compañero: «Creo que deberíamos aprender un segundo idioma». «¿Para qué? -respondió con displicencia el otro-. Ese pen… habla cuatro, y anda perdido». (Todo indica que tendremos un presidente que habla un solo idioma. Y despacito). Libidiano le dijo a Susiflor: «No puedo casarme contigo. Somos muy distintos». Repuso ella: «Precisamente por eso debes casarte conmigo; porque somos muy distintos. Yo estoy embarazada y tú no». (Hay quienes piensan que el AMLO Presidente será muy distinto del AMLO candidato. Difícil de creer es eso). K-Gliostro, famoso hipnotizador, presentaba su espectáculo en un teatro. Hizo subir al escenario a un hombre del público y lo sumió en un profundo sueño. Le dijo: «Está usted en una fiesta y va a beber una copa de champaña». El tipo hizo el ademán de llevarse la copa a los labios. «¡Despierte!» -lo sacó del sueño el hipnotizador ante las risas de la concurrencia. El magnetizador llamó a otro sujeto y también lo hipnotizó. «Está usted en una playa con un hermosa chica. Se recuestan los dos sobre la arena. La toma usted en sus brazos y.». Suplicó, ansioso, el hipnotizado: «¡No me vaya a despertar, por favor!». (Yo sueño con que López Obrador no será un presidente demagogo, populista, mesiánico y autoritario, sino antes bien un mandatario democrático, respetuoso de la ley, de las instituciones y los derechos de los ciudadanos. ¡Por favor, no me vaya a despertar!). FIN.

MIRADOR.

«En el fondo de un pozo, / refugio de lo negro y de lo inmundo, / un estéril sollozo / pasea vagabundo. / Adentro de ese pozo está mi mundo».
He citado de memoria esos versos de Pita Amor. Han ido conmigo desde que salieron, y no han salido ya de mí.
La personalidad de la mujer oscureció la obra de la poeta. La anécdota, con frecuencia apócrifa, oscureció su figura verdadera. La belleza física veló la riqueza interior. Se contaba que una vez invitó a Miguel Alemán a ver el desnudo que Diego Rivera le pintó. El veracruzano hizo notar una falta en el retrato: el artista no le había puesto a su modelo el vello púbico. Ella se molestó:
-Diego no pintó mi cuerpo. Pintó mi alma.
Habría respondido Alemán:
-Pues qué alma tan lampiña.
¿Leyenda de Pita Amor o de María Félix? Quizá ni ellas mismas lo supieron nunca.
En el centenario del nacimiento de la poeta es necesario hacer una revaloración de su obra, y rescatar del personaje a la persona. Celebro la reedición de su poesía y la difusión de su biografía real.
¡Hasta mañana!…

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