30/05/2018 – «Me acuso, padre, de que anoche le hice el amor dos veces seguidas a una mujer». Eso le dijo en el confesonario don Panino, señor de edad madura, al padre Arsilio. Preguntó el sacerdote: «Esa mujer ¿es célibe o casada?». «Es casada, señor cura -contestó el penitente-. Se trata de mi esposa». «¿Tu esposa? -se asombró el confesor-. Si es tu esposa no cometiste ningún pecado al hacerle el amor». «Ya lo sé, padre -replicó don Panino-. Pero fueron dos veces seguidas. ¡A alguien se lo tenía que contar!». Babalucas llamó por teléfono a la estación de bomberos. «¡Vengan rápido! -clamó desesperado-. ¡Mi casa se está incendiando!». Inquirió el oficial de guardia: «¿Cómo llegamos ahí?». Respondió el badulaque: «Vénganse en el camionsote rojo ese que tienen». Don Chinguetas estaba avergonzado. En un rapto de celos le había dicho a su esposa Macalota que era una mujer coqueta, casquivana, frívola y ligera. Se lo dijo porque en el restorán la sorprendió cambiando miradas y sonrisas con un hombre que tenía cierto parecido con Baruch Spinoza. A la señora le dolió esa acusación, y ya no pidió los dos postres que pedía siempre, sino solamente uno. Esa noche don Chinguetas le llevó serenata con mariachi a fin de buscar la reconciliación. Hizo que el conjunto -«Los Pavos Reales del Cerro»- le cantaran «Perdón», de Pedro Flores, y «Cómo han pasado los años», de Roberto Livi. En seguida, viendo que a su esposa le estaban agradando las canciones, le preguntó, solícito: «¿Cuál quieres?». Contestó al punto doña Macalota: «El del tololoche». Uno de los rasgos más inquietantes de la personalidad de AMLO es su sentimiento de predestinación: se considera llamado a hacer historia en la misma forma que la hicieron Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas. El lema de su campaña, «Juntos haremos historia», así lo indica. Claro que ese lema debería ser más bien «Haré historia», pues quiere forjarla como protagonista o figura principal, transformando radicalmente a la Nación como lo hicieron aquellos insignes personajes. Admitamos la afirmación de los feligreses de López Obrador en el sentido de que el dueño de Morena no es un peligro para México, pero digamos que puede llegar a serlo si, en caso de ganar la elección presidencial, dispone de un Congreso que le sea incondicional. Eso anularía el sistema de frenos y contrapesos necesario en toda democracia para impedir excesos de autoritarismo y evitar tentaciones caudillistas. Por el bien de México los seguidores de AMLO no deben otorgarle todo el poder, a menos que en vez de Presidente quieran tener un dictador. En ese contexto el «voto parejo» que pide el tabasqueño sí constituye un verdadero peligro para México. Bitu Minoso, karateca de la localidad, ganó el boleto para participar en el Campeonato Mundial de Karate a celebrarse en Santiago de Chile. Orgulloso y feliz le comunicó a su esposa: «Voy a ir al Mundial de Chile». Opinó el punto la señora: «Vas a perder». La maestra le preguntó a Pepito: «¿Cómo se llaman los habitantes de Francia?». Pepito se preocupó: «¿Todos?». Tres parejas de casados llegaron al mismo tiempo al Cielo. San Pedro llamó a la primera pareja y le preguntó a la esposa: «¿Cómo se llama tu marido?». Contestó la mujer: «Apolodoro». «Oro -dijo el portero celestial-. Han de ser ustedes unos ambiciosos. No pueden entrar». Llamó a la segunda pareja y le preguntó a la mujer: «Y tu marido ¿cómo se llama?». «Etelvino». «Vino -repitió el apóstol de la llaves-. Seguramente son ustedes unos intemperantes. Tampoco entrarán al Cielo». En eso la tercera esposa se inclinó hacia su marido y le dijo en voz baja: «Creo que debemos perder toda esperanza, Agapito». FIN.
MIRADOR.
El árbol de chabacano que está en la vieja casa dio su fruto.
Humilde es ese árbol, tanto que ni siquiera sabe que se llama albaricoquero. Pero sus frutos, hechos de miel y oro, poseen redondeces femeninas y aterciopelada piel.
¿De qué color son los chabacanos? Decir, como dice el diccionario, que son amarillentos es injuriarlos. No son amarillentos ni amarillos; no son anaranjados ni son rojos. Son color chabacano. Es un color único que no es como ningún otro color. El arco iris es pobre porque no lo tiene.
Fruto muy dócil es el chabacano. Puedes abrirlo en dos sin necesidad de usar cuchillo. Comes una mitad, luego la otra, y eso es igual que comulgar bajo las dos especies, pues en él va el sol de Dios, y van su agua y su tierra. Eso quiere decir que va la vida. En su semilla va también la promesa de una nueva vida. De la eterna vida. De la vida eterna.
Ha cumplido su tarea el chabacano. Su misión es dar fruto y ya lo dio. Ahora descansará.
¿He dado fruto yo? ¿Tengo derecho a descansar? No sé qué responder.
¡Hasta mañana!…