26/05/2018 – El joven Pitorrango se inscribió en un club nudista. La primera vez que salió sin ropa sufrió grandes apuros, pues la vista de las guapas féminas que por ahí paseaban aireando sus magníficos encantos fue causa de que experimentara una visible conmoción en la entrepierna que mucho lo apenó. A fin de ocultar el motivo de su azoro se puso enfrente de la alusiva parte un libro abierto. Lo vio así una de las hermosas chicas y le preguntó con pícara sonrisa: «¿Cómo hiciste para enseñarla a leer?». «¡Miserable! ¡Bribón! ¡Ruin!… ¡Canalla! ¡Sinvergüenza! ¡Vil!… ¡Bellaco! ¡Pillo! ¡Malandrín!». Todos esos epítetos interjectivos le enderezó doña Macalota a su esposo don Chinguetas cuando lo sorprendió en el lecho conyugal practicando el H. Ayuntamiento con una estupenda morenaza. Ni un candidato a la Presidencia le habría espetado tantos inris a su más acre enemigo en un debate electoral. «Pero, mujer -se defendió el casquivano señor-. Recuerda que cuando me jubilé tú misma me dijiste que me buscara un hobbie». Una cosa se puede asegurar sin temor a equivocarse: lo que dice Alfonso Romo no lo dice Alfonso Romo, lo dice López Obrador; lo que dice Ricardo Monreal no lo dice Ricardo Monreal, lo dice López Obrador, y lo que dice Yeidckol Polevnsky no lo dice Yeidckol Polevnsky, lo dice López Obrador. Por eso las últimas declaraciones hechas por la cercana colaboradora de AMLO deben atribuirse a él mismo e interpretarse como un acercamiento del tabasqueño a un sector del prigobierno -o sea de la mafia del poder- con miras a asegurar aún más su llegada a la Presidencia. Tales indicios irritan sobremanera a quienes forman el ala radical de Morena, pues ven los movimientos de su líder no como una mera acción de coyuntura electoral, sino como una grave desviación que eventualmente podría llevar al abandono de los propósitos revolucionarios que inclinaron a un sector de la extrema izquierda a dar su apoyo a López Obrador. Desde luego los gestos de desaprobación de los radicales izquierdistas le importarán un bledo a AMLO, quien desde el Olimpo donde se ha instalado mira con igual indiferencia las muecas desaprobatorias de los radicales derechistas. La única ideología de López Obrador es el lopezobradorismo. Busca el poder a como dé lugar, y para hacerse de él no ha vacilado en trabar alianza con el mismísimo Pateta -tal es uno de los muchos nombres con que se nombra al diablo para no nombrarlo- en la forma de Nestora, Napo, CNTE, la Maestra y otros semejantes especímenes. Su ambición de poder -y de poder absoluto- es una de las muchas cosas que inquietan de López Obrador, pero todo indica que esa inquietud tampoco servirá de nada. «El Siniestro Barón de la Noche». Así llamó el Times de Londres al asesino serial que apareció de pronto en la capital británica. Les descripciones que se tenían de él lo mostraban como un hombre de apariencia gentil y elegante -de ahí lo de barón- que llamaba a la puerta de las residencias ricas y estrangulaba sin más a la persona que abría. Una noche lord Highrump se hallaba en su biblioteca fumando su pipa de boj y leyendo el último libro de mister Bernard Shaw cuando sonó la campanilla de la puerta. El mayordomo James no estaba en casa -era el día que se emborrachaba-, de modo que milord fue a abrir. Quien había llamado era un individuo todo de negro hasta los pies vestido, con capa igualmente negra de amplios vuelos y guantes del mismo tono oscuro. Dijo el sujeto con ominoso acento: «Soy El Siniestro Barón de la Noche». Lord Highrump echó mano a su cartera, le alargó una buena cantidad de billetes al sujeto y luego, volviéndose hacia el interior, gritó: «¡Vieja! ¡Aquí te buscan!». FIN.
MIRADOR.
¿Cuánto medirá el diminuto insecto que en este momento pasea por la pantalla de mi computadora? Mide, supongo, una décima de milímetro o menos. Si lo veo es porque se destaca en la luminosidad de la superficie donde escribo. Por ahí pasea con agilidad entre verbos, adverbios, sustantivos, adjetivos, interjecciones, pronombres y preposiciones.
La mínima criatura me distrae de la tarea igual que si fuera un elefante. La dejo, sin embargo, que vaya y venga a su placer. No sé qué busca. Quizá quiere encontrar algún sentido en lo que he escrito. Tan pequeñita que es, y ha conseguido hacer que suspenda mi trabajo.
Lo que sucede es que ese insecto micrométrico es la vida, y ante la vida debe uno detenerse. Ni el más sabio de los sabios ni el más robótico de los robóticos podría crear un ser igual. Apenas se le puede ver, pero tiene la majestad del universo. Igual podría andar por mi pantalla una galaxia.
Anda y desanda por donde te dé la gana, criaturita. No escribiré una letra más, pues eso quizá te asustaría. Esperaré recargado en mi sillón a que te vayas a cumplir tu misión, y luego seguiré cumpliendo yo la mía.
¡Hasta mañana!…