Armando Fuentes
17/01/18
Doña Tebaida Tridua, censora de la pública moral, cayó casi tilinte cuando leyó el siguiente cuentecillo. Un tipo le preguntó a otro: «¿Cómo te ha ido este nuevo año?». Respondió el interrogado: «Estoy a 00». «¿A cero cero? -se desconcertó el amigo-. ¿Cómo es eso?». Explicó el otro: «Nada más me hace falta un palito para estar a 100». El marido llamó por teléfono a su esposa. Le dijo: «Trabajaré hasta tarde en la oficina. No me esperes antes de las 11 de la noche». Inquirió la señora: «¿Puedo estar segura de eso?». Unos novios llegaron a la oficialía del registro civil y le pidieron al titular que los casara. Era viernes por la noche, y el encargado y su personal se disponían a retirarse. Aun así el funcionario se mostró dispuesto a oficiar el matrimonio de los jóvenes. Sucedió, sin embargo, que el muchacho no traía su acta de nacimiento y a la chica le faltaba una identificación. «Sin esos documentos no puedo casarlos -les indicó el oficial-. Consíganlos y vuelvan el próximo lunes». Preguntó la novia, ruborosa: «¿Y no puede decirnos algunas palabritas que nos sirvan para el fin de semana?». Andrés Manuel López Obrador avanza con paso firme y rápido en su camino hacia la Presidencia. El único rival que pone en riesgo su victoria es él mismo: por su boca ha muerto el Peje en ocasiones anteriores, y bien podría ahora suceder lo mismo. Pero todas las fichas se le están acomodando, entre otras la del enfrentamiento PAN-PRI por el caso Chihuahua. Si nos pusiéramos solemnes diríamos que las condiciones psicológicas de la República también favorecen a AMLO: la ciudadanía está harta de la corrupción actual, y mira en él la única esperanza de un cambio que acabe con la deshonestidad reinante y dé un nuevo rumbo a la nación. He oído a gente razonable decir a propósito del tabasqueño que no es el león como lo pintan; que sus desmesuras y exabruptos son cosa de campaña, y que ya siendo presidente actuará con mesura y dentro de los cauces de la ley y las instituciones. Los escépticos, en cambio, afirman que quizás haría eso los primeros seis años de su presidencia, pero después quién sabe. López Obrador atrae la polémica como el imán al hierro. No se puede negar, sin embargo, que es la figura de mayor carisma entre quienes aspiran a ocupar Los Pinos, el que mejor conoce el país por haberlo recorrido varias veces, y el que con más habilidad se está manejando en esta precampaña, sobre todo en lo relativo de atraer la atención de los medios. Personas y sectores que antes le fueron contrarios ahora le son adictos. Aun así en muchos electores prevalece el temor que AMLO ha suscitado siempre con sus actitudes autoritarias, su desbordado populismo y sus propuestas extremosas, y lo siguen considerando un peligro para México. En ésas estamos y en ésas estaremos hasta que pase la elección de julio. Hoy por hoy López Obrador es el puntero en la carrera, y no se ven indicios de que sus adversarios lo puedan alcanzar. Muchos dan ya por seguro el triunfo de AMLO. Si eso es para bien o para mal sólo el futuro lo podrá decir. En el club comentó uno de los socios: «El sexo entre un hombre y una mujer puede ser maravilloso». Lord Highrump le dio una fumada a su pipa y declaró, solemne: «Yo nunca lo he hecho, pero ciertamente debe ser interesante eso de hacerlo entre un hombre y una mujer». Este otro chascarrillo también causó el desmayo de doña Tebaida Tridua. Acnerito, muchacho adolescente, se estaba confesando. Le dijo al sacerdote: «Me acuso, padre, de ser bígamo». «No digas tonterías -se irritó el confesor-. ¿Cómo puedes ser bígamo si no estás casado?». Explicó el muchachillo: «A veces cambio de mano». (No le entendí). FIN.Doña Tebaida Tridua, censora de la pública moral, cayó casi tilinte cuando leyó el siguiente cuentecillo. Un tipo le preguntó a otro: «¿Cómo te ha ido este nuevo año?». Respondió el interrogado: «Estoy a 00». «¿A cero cero? -se desconcertó el amigo-. ¿Cómo es eso?». Explicó el otro: «Nada más me hace falta un palito para estar a 100». El marido llamó por teléfono a su esposa. Le dijo: «Trabajaré hasta tarde en la oficina. No me esperes antes de las 11 de la noche». Inquirió la señora: «¿Puedo estar segura de eso?». Unos novios llegaron a la oficialía del registro civil y le pidieron al titular que los casara. Era viernes por la noche, y el encargado y su personal se disponían a retirarse. Aun así el funcionario se mostró dispuesto a oficiar el matrimonio de los jóvenes. Sucedió, sin embargo, que el muchacho no traía su acta de nacimiento y a la chica le faltaba una identificación. «Sin esos documentos no puedo casarlos -les indicó el oficial-. Consíganlos y vuelvan el próximo lunes». Preguntó la novia, ruborosa: «¿Y no puede decirnos algunas palabritas que nos sirvan para el fin de semana?». Andrés Manuel López Obrador avanza con paso firme y rápido en su camino hacia la Presidencia. El único rival que pone en riesgo su victoria es él mismo: por su boca ha muerto el Peje en ocasiones anteriores, y bien podría ahora suceder lo mismo. Pero todas las fichas se le están acomodando, entre otras la del enfrentamiento PAN-PRI por el caso Chihuahua. Si nos pusiéramos solemnes diríamos que las condiciones psicológicas de la República también favorecen a AMLO: la ciudadanía está harta de la corrupción actual, y mira en él la única esperanza de un cambio que acabe con la deshonestidad reinante y dé un nuevo rumbo a la nación. He oído a gente razonable decir a propósito del tabasqueño que no es el león como lo pintan; que sus desmesuras y exabruptos son cosa de campaña, y que ya siendo presidente actuará con mesura y dentro de los cauces de la ley y las instituciones. Los escépticos, en cambio, afirman que quizás haría eso los primeros seis años de su presidencia, pero después quién sabe. López Obrador atrae la polémica como el imán al hierro. No se puede negar, sin embargo, que es la figura de mayor carisma entre quienes aspiran a ocupar Los Pinos, el que mejor conoce el país por haberlo recorrido varias veces, y el que con más habilidad se está manejando en esta precampaña, sobre todo en lo relativo de atraer la atención de los medios. Personas y sectores que antes le fueron contrarios ahora le son adictos. Aun así en muchos electores prevalece el temor que AMLO ha suscitado siempre con sus actitudes autoritarias, su desbordado populismo y sus propuestas extremosas, y lo siguen considerando un peligro para México. En ésas estamos y en ésas estaremos hasta que pase la elección de julio. Hoy por hoy López Obrador es el puntero en la carrera, y no se ven indicios de que sus adversarios lo puedan alcanzar. Muchos dan ya por seguro el triunfo de AMLO. Si eso es para bien o para mal sólo el futuro lo podrá decir. En el club comentó uno de los socios: «El sexo entre un hombre y una mujer puede ser maravilloso». Lord Highrump le dio una fumada a su pipa y declaró, solemne: «Yo nunca lo he hecho, pero ciertamente debe ser interesante eso de hacerlo entre un hombre y una mujer». Este otro chascarrillo también causó el desmayo de doña Tebaida Tridua. Acnerito, muchacho adolescente, se estaba confesando. Le dijo al sacerdote: «Me acuso, padre, de ser bígamo». «No digas tonterías -se irritó el confesor-. ¿Cómo puedes ser bígamo si no estás casado?». Explicó el muchachillo: «A veces cambio de mano». (No le entendí). FIN. MIRADOR. Por Armando FUENTES AGUIRRE. El Minotauro se encerró en su laberinto porque sabía que los hombres eran unos monstruos. Edipo se sacó los ojos para castigarse por su crimen, pero siguió viéndose a sí mismo. Zeus tomó la forma de un cisne para poseer a Leda. Ahora ella lo rechaza: le gustan más los cisnes. Los hombres que inventaron a los dioses hicieron caer sobre ellos una terrible maldición: los hicieron inmortales. Narciso se enamoró de su propia persona al verse en un espejo. Un día el espejo se quebró, y Narciso cayó muerto. Ulises tapó con cera los oídos de sus marineros para que no oyeran el canto de las sirenas. Cuando llegó a Ítaca él se los tapó para no oír los regaños de Penélope, que le preguntaba con enojo por qué había tardado tanto. ¡Hasta mañana!…