Nuestros Columnistas Nacionales
DE POLITICA Y COSAS PEORES
Armando Fuentes
20/08/2017
El agente 001, a diferencia del agente 007, no tiene licencia para matar. Tiene solamente licencia para dar cachetadas. Mr. Highrump, su jefe, le entregó un mensaje cifrado en el cual se le ordenaba ir a la capital de cierto país de Europa del Este, pues el Gobierno de Su Majestad Británica había descubierto una conspiración para robar la Torre de Londres, y se sospechaba que había ahí un comprador de chueco que estaba ya en acuerdo con los ladrones para adquirir la torre y venderla después de algún tiempo, cuando se hubiera olvidado ya el robo, a un coleccionista que gustaba de las antigüedades inglesas. El agente 001 debía buscar su contacto en esa ciudad y usar un código para identificarse. El código era el número 10 mil. Fue el agente a la dirección que se le había dado, y que resultó ser una casa de campo. Llamó a la puerta y le abrió una mujer. «Seguramente es mi contacto» -pensó el agente 001. Le dijo en voz baja: «10 mil». «Está bien -respondió ella-. Pásale. Pero que sea rapidito, porque mi marido no tarda en llegar». Don Geroncio, caballero de edad más que madura, fue con un otólogo y le informó que se había quedado sordo del oído izquierdo. Después de examinarlo el facultativo tomó unas pinzas y le sacó de ahí un supositorio. «Por eso no oía usted nada» -le indicó. «Gracias, doctor -repuso don Geroncio-. Ahora oigo mejor, y además ya sé dónde puse mi aparato auditivo». El papá de Rosilita fue por ella al jardín de niños. De regreso en la casa la niña le contó a su mamá: «Mi papi iba diciendo la marca de todos los coches que nos rebasaba n». «¿De veras? -sonrió la señora-. Y ¿recuerdas las marcas?». «Sí -contestó Rosilita-. Unos eran de la marca Idiota y otros de la marca Imbécil; pero la mayoría eran Pendejos». Dulcilí tuvo un disgusto con su novio -mera lluvia de verano-, y pensó en buscarlo para arreglar la situación. Sintió un escrúpulo, sin embargo, y le preguntó a su abuelita: «Abue: ¿las mujeres pueden buscar a los hombres?». «Claro que no -respondió, terminante, la abuelita-. ¿Cuándo has visto que las trampas persigan a los ratones?». Un individuo acudió a la consulta de la doctora Sigmunda, reconocida psiquiatra, y le dijo: «En lo único que pienso es en el sexo». «Puedo quitarle esa obsesión -declaró la analista-. Mis honorarios son de mil pesos la hora». Preguntó el sujeto: «¿Cuánto por toda la noche?». Doña Frigidia, ya se sabe, es la mujer más fría del planeta. En cierta ocasión visitó Candanchú , un pueblo de los Pirineos en la frontera entre España y Francia, y eso bastó para enfriar durante varios años las relaciones entre los dos países. Cierto día la gélida señora le reclamó a su esposo, don Frustracio: «¿Por qué no me compras un abrigo de visón? Siempre estoy fría». Contestó él: «Si sabes la respuesta ¿para qué haces la pregunta?». Florilí salió con un nuevo galán, pero tuvo que llamarle la atención, pues se excedía en sus caricias. «Discúlpame -se apenó el muchacho-. Es que acabo de dejar de fumar, y necesito hacer algo con las manos». El jurado estaba formado exclusivamente por mujeres. El juez le preguntó a la presidenta: «¿Han llegado a un veredicto?». Respondió ella muy orgullosa: «Señor juez: hemos llegado a 12 veredictos». Doña Macalota, la esposa de don Chinguetas, andaba siempre nerviosa y estresada. Su médico le dijo: «Lo que sucede es que está usted sexualmente insatisfecha. Necesita hacer el amor por lo menos cada tercer día». Llegó a su casa doña Macalota y le informó a su marido: «El doctor me dice que debo tener sexo 15 veces en el mes». Replicó don Chinguetas: «A mi apúntame dos». FIN.
MIRADOR.
Historias de la creación del mundo.
La verdad es que el Señor no iba a hacer al gato.
Hizo al tigre, pero cuando acabó de hacerlo cayó una fuerte lluvia que mojó el felino, y lo encogió.
La verdad es que el Señor no iba a hacer la Tierra.
Pero hizo al avestruz, y le preocupó que el pobrecito no iba a tener dónde meter la cabeza.
La verdad es que el Señor no iba a hacer la Luna.
Pero hizo a los poetas, y sin la Luna los poetas tienen poco margen de acción.
La verdad es que el Señor no iba a hacer a la mujer.
Pero hizo al hombre y ¿de qué iba a servir el hombre sin la mujer?
¡Hasta mañana!…