Nuestros Columnistas Nacionales
De política y cosas peores
Armando Fuentes
11/04/15
Después de un par de años de divorciados aquel hombre encontró a su ex esposa en una playa. «¡Hola, Iglucia! -la saludó amistosamente-. Me da mucho gusto verte. ¿Con quién vienes?». «Con unas amigas» -respondió ella secamente. «Ah, vaya -dijo el tipo-. Entonces no vienes acompañada. ¿Qué te parece si para celebrar nuestro encuentro cenamos juntos, nos tomamos una copa y luego vamos a mi cuarto y te hago el amor?». «¡Sobre mi cadáver!» -replicó ella, enojada. «Está bien -aceptó el tipo-. Así te lo hice siempre». A la granja que estaba en las orillas de la ciudad llegó un nuevo gallo proveniente de un rancho. Una gallinita le advirtió a otra: «No vayas a dejar que te pise ese gallo». «¿Por qué? -preguntó ésta-. Se ve muy fuerte, y guapo». «Sí -reconoció la primera-. Pero es de rancho. ¿Te gustará andar por ahí poniendo huevos rancheros?». Llegó el viajero a un pueblo de mala muerte y le pidió a un taxista: «Lléveme al mejor hotel». «No puedo» -respondió el sujeto. «¿Por qué?» -se extrañó el forastero. Contestó el taxista: «Porque va a decir que soy un mentiroso». El nuevo párroco del pueblo se topó en la calle con el ricachón del pueblo. «¿Cómo le va, don Poseidón? -lo saludó-. Me ha alegrado mucho verlo en misa los últimos domingos, pues supe que ya no acostumbraba ir. Su asistencia ¿se debe a mis sermones?». «No -respondió, hosco, don Poseidón-. Se debe a los de mi mujer». El granjero fue con su pequeño hijo a la feria del pueblo a comprar una vaca. Para examinarla le frotó las ubres vigorosamente. El niño le preguntó, curioso: «¿Por qué haces eso?». Contestó el hombre: «Para saber si está sana. Sin hacer esto no la puedo comprar». «Caramba -se preocupó el chiquillo-. Entonces el vecino quiere comprar a mi mamá». Cierto sujeto tuvo en el bar una conversación con amigos que lo aconsejaron mal. Movido por aquella insana plática llegó a su casa, se plantó frente a su esposa y le dijo con tono enérgico y fiera determinación: «¡Esto se acabó, Gorgona! ¡De ahora en adelante yo seré el jefe de esta casa! ¡En todo se hará mi voluntad! ¡Si quiero un whisky tú me lo servirás! ¡Si tengo antojo de crepas tú me las cocinarás! ¡Si quiero un baño de tina con burbujas tú me lo prepararás! ¡Si necesito un masaje en los pies tú me lo darás! ¡Si quiero ver el futbol veré el futbol! Y para demostrarte que desde hoy se hará aquí mi santa voluntad, en este mismo momento me voy a poner un traje y me voy a ir yo solo a cenar a un restaurante. Y ¿sabes quién me va a hacer el nudo de la corbata?». «Sí lo sé -respondió la esposa-. El hombre de la funeraria». Un tipo le comentó a otro: «El maestro Gutierre Tibón opinaba que el ombligo es un centro erótico». «¡Mira! -se sorprendió el otro-. ¡Yo los centros eróticos los veo más bien en la periferia!». Quizás antes de lo que suponemos llegará el día en que legisladores con buen juicio y recto sentido de las cosas echarán abajo la necia disposición que para prohibir la participación de animales en los circos tramó el partido de las tres mentiras. Así llama la voz popular al Partido Verde Ecologista, pues no es partido, ni es verde, ni es ecologista. Partido no es, sino burdo negocio de familia. De verde no tiene nada -a menos que cobre en dólares sus prerrogativas-, pues la conservación del medio ambiente no le importa, y sólo mira a los dineros y chambas que se allega al amparo de una viciosa legislación electoral hecha a la medida de los partidos, no del interés de la nación. Y ¿cómo puede llamarse ecologista un partido que ha solicitado la instauración en México de la pena de muerte? El golpe que ese partido asestó a los circos, empresas de gran tradición en México, es imperdonable. La única oportunidad que tienen los niños de conocer un elefante, una jirafa o un león es en uno de esos circos que a veces con grandes pérdidas llegan hasta los más pequeños pueblos. En todo caso ese partido debió promover una legislación para dar protección a los animales y evitar su maltrato; pero su prohibición los pone en riesgo. Algunos empresarios han anunciado ya que se verán obligados a sacrificarlos, pues el costo de su manutención es alto y no hay zoológico que quiera recibirlos. Demagogia pura fue la medida que promovió el mentado Partido Verde. Tendrá que desaparecer (el partido y la medida). FIN.
Mirador
Cuando llegó a los 30 años de su edad John Dee emprendió la peregrinación a Compostela.
Tomó la ruta de Francia, pues la del norte cruzaba por tierras de hombres duros y mujeres más duras todavía. Cerca de Burgos conoció a una muchacha. Con ella caminó toda la tarde rezando las preces de Santiago. Por la noche, en un pajar, ambos rezaron la oración más antigua: la del amor.
John Dee ya no llegó al santuario. Tampoco la muchacha. De la mano volvieron los dos a la Bretaña.
-Peregrinábamos en busca de un milagro -razonaban-, y lo encontramos ya.
Pasaron muchos años. Pasaron muchos peregrinos. Desde la puerta de su casa John Dee y su mujer los veían pasar y decían:
-Quiera el Apóstol darles un milagro como el que a nosotros nos envió.
¡Hasta mañana!…