Armando Fuentes
12/07/17
«¡Ah cabrón!». El padre Arsilio estaba ejerciendo el apostolado de la nalga -quiero decir que estaba confesando-, y desde el confesonario alcanzó a oír a un individuo que una y otra vez repetía en voz alta aquella expresión interjectiva: «¡Ah cabrón!». Fue hacia él y lo amonestó paternalmente: «Hijo mío: la casa de Dios no es taberna, figón, cantina, tasca o bar donde se pueda maldecir. Menos aún es lupanar, mancebía, prostíbulo, ramería o congal que admita términos altitonantes. Te ruego que moderes tu vocabulario, y en vez de proferir malas palabras uses piadosas jaculatoria de las cuales la Santa Madre Iglesia tiene abundante repertorio. Puedes exclamar, por ejemplo: ¡Mano Poderosa! ; ¡Dulces Nombres! ; «¡Santo Cielo! o incluso: Válgame Dios! , pero no aquel apóstrofe plebeo, propio del vulgacho, que te oí pronunciar en alta voz». «Discúlpeme, padre -se apenó el sujeto-. Usé aquella imprecación porque sucede que, como usted ve, soy blanco. Mi esposa es blanca también. Me casé con ella hace seis meses, y ayer dio a luz un bebé negro». Entonces el padre Arsilio dijo: «¡Ah cabrón!». El Instituto Nacional Electoral tiene ante sí un importante desafío. En el caso de la elección de gobernador en Coahuila deberá demostrar que actúa conforme a derecho, y no atendiendo consignas o sirviendo de instrumento a arreglos cupulares. Hay indicios que muestran una tendencia dentro de ese organismo a procurar la anulación de dicho proceso electoral. En efecto, para calcular los gastos de campaña se incluyeron en ellos los pagos a los representantes de casilla de los partidos. En este punto concreto, el de la fiscalización de gastos, Enrique Ochoa Reza, dirigente nacional del PRI, sostiene que no es procedente esa medida, toda vez que los representantes actúan cuando ya las campañas terminaron, y su labor no entraña una labor de promoción del voto. Por otra parte, afirma, se debe probar en forma fehaciente que los representantes priistas recibieron efectivamente un pago, habida cuenta de que firmaron cartas donde hacen constar su participación voluntaria en esa tarea de representación, por la que no habrían recibido emolumento alguno. Si el rebase en el tope de gastos de campaña, atribuido por igual a los candidatos del PRI y el PAN, se finca en esa sola consideración, el argumento para buscar la anulación parece endeble por sí solo, y será difícil de sostener ante un juzgador imparcial. Es explicable que ante la elección presidencial del próximo año el INE busque dar a la ciudadanía la impresión de ser un árbitro severo e imparcial capaz de anular una elección presuntamente ganada por el PRI. Por encima de esa búsqueda de imagen, sin embargo, está el estricto cumplimiento de las normas que rigieron en su momento esa elección. Al INE se le tacha de ser mero instrumento de la llamada partidocracia. No puede arriesgarse ahora a ser acusado de servir de herramienta para consumar arreglos políticos hechos bajo cuerda. Lo mismo ha de decirse del órgano jurisdiccional electoral. Sólo un absoluto apego a la ley de la materia, con una imparcial y objetiva interpretación de sus prescripciones, podrá evitar que la voluntad de los electores sea suplantada por otras voluntades. Un amigo de Babalucas le preguntó: «¿Ya sabes que Sáfora es lesbiana?». Meneó la cabeza el tonto roque en gesto de reprobación y comentó: «¡Ah! ¡Esas sectas religiosas no descansan!». Lord Feebledick le dijo a su mujer: «Si supieras cocinar no tendríamos que pagar una cocinera». Respondió con acritud lady Loosebloomers: «Y si tú supieras follar no tendríamos que pagar un chofer, un mayordomo, un jardinero, un caballerango, un guardabosque.». FIN.
MIRADOR
El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia. Le contó:
-Una prostituta vino a verme ayer y me dijo que tiene en el cuartucho donde ejerce su miserable oficio un pequeño altar con tu imagen y la de tu divina madre. Ante ellas mantiene encendida siempre una pequeña veladora. Me confió que cuando va a la cama con un hombre vuelve hacia la pared esas imágenes a fin de que no vean la acción pecaminosa que ahí tendrá lugar. Me preguntó si al hacer eso comete algún pecado. ¿Tú qué opinas?
Respondió el Cristo:
-En verdad te digo, Soárez, que la fe de esa pobre mujer es mayor que la tuya y la de aquéllos que son como tú. Otro serías, y otros serían tus hermanos, si tuvieran la humildad de esa prostituta. Y no me preguntes quién cree más en mí, si tú o ella, porque me pondrías en un aprieto para contestar.
Calló el padre Soárez. En su interior reconoció que la llama de su fe era menor que la de aquella veladora que la prostituta encendía como testimonio de su esperanza en la misericordia del Señor.
¡Hasta mañana!…