De política y cosas peores

Armando Fuentes

12/04/17

Cierta señora acudió ante un abogado y le dijo: «Vengo a verlo, licenciado, porque mi esposo murió intesticulado». «Querrá usted decir intestado , señora» -la corrigió el letrado. «No -replicó la mujer-. Mi marido sí hizo testamento. Me refiero a lo que le cortaron». Facilda Lasestas, mujer con demasiada experiencia de la vida, contrajo matrimonio con un músico joven, organista él. Al terminar la primera experiencia matrimonial ella se mostró decepcionada. Con cáustica voz le dijo al desposado: «No sabía, Nasardo, que haces tus interpretaciones en un órgano tan pequeño». «No es que el órgano sea pequeño, Facilda -replicó el muchacho-. Lo que sucede es que tu sala de conciertos es demasiado grande»… Himenia Camafría, madura señorita soltera, se quejó de un amigo suyo: «¡Cómo me decepcionó! -dijo desilusionada-. Me ofreció enseñarme el sitio donde le hicieron la vasectomía ¡y el muy idiota me mostró el hospital!»… Unos marcianos llegaron a la Tierra y acertaron a descender cerca de una gasolinera. Desde ahí se pusieron a observaron las cosas. Uno de los marcianos les preguntó a los otros: «¿Qué opinan, compañeros? ¿Atacamos?». Opinó, temeroso, uno: «Mejor vámonos. No quiero meterme con alguien que la tiene tan grande, y que después de mear se la pone en la oreja»… Comentaba una madre, desolada: «Creo que cometí un error grave al criar a mi hijo. En vez de darle el pecho lo alimenté con botella, y me salió sumamente borracho». «No te apenes -la consoló la otra-. La verdad es que no sabe una qué hacer. Yo al mío le di de mamar, y me salió sumamente mamón». La recién casada le dijo a su flamante maridito: «De ahora en adelante, Leovigildo, tu mamá será mi mamá, y mi mamá será tu mamá». «¡Fantástico! -se alegró el muchacho-. ¡Estoy seguro de que a mi padre le va a gustar el cambio!». Un ebrio le contó muy orgulloso a otro: «Acabo de engañar a un policía. Estaba yo en la plaza desaguando una necesidad menor cuando llegó el gendarme y me dijo: Cúbrase y deje de hacer eso . ¡Y yo me cubrí, pero no dejé de hacer eso!». Babalucas presentaba un examen. Le preguntó el examinador: «¿Cuál es la velocidad de la luz?». «Ha de ser mucha -responde el badulaque-. Aquí llega muy temprano». La democracia, como todas las grandes invenciones de los hombres, tiene sus asegunes, como se dice en el Potrero para significar que en todo hay ventajas y desventajas. Tanto Hitler como Trump fueron electos democráticamente, con eso lo digo todo. Lo bueno es que los errores de la democracia se pueden corregir con más democracia. En sus excesos y desmesuras el presidente norteamericano parece no darse cuenta de que las mismas instituciones que lo llevaron al poder tienen la capacidad de quitárselo. No desesperemos, pues. Quizá no haya Trump que dure cuatro años. Sor Bette, la directora del colegio de señoritas, paseaba por el huerto del plantel cuando escuchó suspiros, ayes contenidos y unos como quejos o gañidos de amor. Se dirigió al rincón de donde esos inusitados ruidos provenían y se topó con un espectáculo que la dejó sin habla: Pirulina, una de las jóvenes alumnas del plantel, yacía en posición supina sobre el césped, y en esa antigua postura recibía las atenciones de un mancebo que seguramente había escalado la tapia para llegar al jardín de las delicias, como siglos antes hicieron Calixto con Melibea y Romeo con Julieta. Antes de que la estupefacta monjita pudiera pronunciar palabra le dijo alegremente Pirulina: «¡Tenía usted razón, madre! ¡Hay muchas cosas que las muchachas podemos hacer para divertirnos sin necesidad de fumar, ingerir bebidas alcohólicas o ir a los bailes!». FIN.

MIRADOR

De labios de mi tía Conchita queridísima aprendí las siete obras de misericordia:
«Dar de comer al hambriento; dar de beber al sediento; vestir al
desnudo: dar posada al peregrino; visitar a los enfermos; visitar a los presos,
enterrar a los muertos».
Me sorprendía siempre -aunque en las obras de misericordia
espirituales se nos pide consolar al triste- que no se enunciara una obra de
sencilla piedad: acompañar al solitario.
El que está solo, quien sufre soledad, padece al mismo tiempo sed
y hambre de amor. Está desnudo de calor humano. Va, peregrino, por caminos
de tristeza. Está enfermo desolación. Vive preso en
cárceles de sufrimiento, y ha muerto para la alegría y la esperanza.
Así las cosas, quien da su compañía a alguien que está solo cumple
al mismo tiempo todas las obras de misericordia. Recibirá por eso un premio
espléndido, pues aquél que acompaña al solitario aleja de sí mismo el mal de
soledad.
¡Hasta mañana!…

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