De política y cosas peores

Armando Fuentes

22/03/17

La joven madre le puso a su hija un nombre muy extraño: Cicatriz. Explicaba: «Fue lo que me quedó de una caída». Un ebrio se plantó en medio de la cantina y dijo con acento retador ante la concurrencia: «De ahí hasta acá todos los presentes son pendejos. Y de acá hasta allá todos son cabrones». Los parroquianos enmudecieron al oír esa contundente manifestación. Uno que estaba en la barra le preguntó al cantinero: «¿Quién es ése?». Respondió el de la cantina: «No sé. Pero es muy bueno para señalar límites». El recién casado se veía exangüe, desmadejado, feble, exánime, agotado. Un amigo suyo se preocupó: «¿Qué te sucede? ¿Acaso estás enfermo?». «No -respondió el interrogado-. Lo que pasa es que mi mujer no se duerme sino hasta las dos». Preguntó el otro: «¿Las 2 de la mañana?». «No -respondió el lacerado-. Las dos veces». De cara a las elecciones que este año habrá en el Estado de México, Coahuila y Nayarit el PRI muestra una unidad monolítica y una estructura sólida, en contraste con las divisiones y falta de organización que se observan en los demás partidos. Si la oposición quiere obtener el triunfo en esos comicios debe confiar en algo más que en un voto de castigo por parte de la ciudadanía. El doctor Averroes asistió a un congreso médico. Regresó a su casa un día antes de lo programado y sorprendió a su esposa en la alcoba conyugal en ilícito embullo con un desconocido. Preguntó el facultativo siguiendo una antigua tradición: «¿Qué significa esto?». Respondió la señora: «Es una nueva respuesta al conocido libro Qué hacer mientras llega el médico «. Himenia Camafría, madura señorita soltera, estaba en amena conversación con don Añilio cuando sonó el teléfono. Levantó la bocina y oyó una respiración jadeante y una ronca voz de hombre que le dijo: «Te voy a desgarrar la ropa y.». Se trataba, evidentemente, de una llamada obscena. Dijo la señorita Himenia: «Ahora tengo una visita, pero déjeme por favor su número y luego me reporto». Meñico Maldotado, infeliz joven con quien la naturaleza se mostró avara en la parte correspondiente a la entrepierna, casó con Pomponona, mujer de opimo nalgatorio y munífico tetamen. Al ir a consumar el matrimonio Meñico dejó caer la bata que lo cubría y le dijo con tierna solicitud a su flamante esposa: «No estés nerviosa, vida mía. Procederé con delicadeza». «Tú aviéntate, güey -respondió desenfadadamente Pomponona-. Con eso que tienes no hay motivo de preocupación». Al mejor cocinero, dicen, se le va un tomate entero. A mí, que estoy muy lejos de ser el cocinero mejor, se me va a veces toda la producción tomatera de Culiacán. Tal fue el caso de mi comentario sobre el señor que increpó recientemente a López Obrador. Lo hice viajar para tal efecto a Nueva York, siendo que vive ahí desde hace mucho tiempo. Le ofrezco una sincera disculpa a don Antonio Tizapa, quien ciertamente no actuó ante AMLO como un provocador, sino como un padre que tuvo la inmensa desgracia de perder un hijo y que con todo derecho interrogó al tabasqueño sobre sus vínculos con José Luis Abarca, presidente municipal de Iguala cuando aconteció la tragedia de Ayotzinapa. La misma disculpa pido a mis cuatro lectores por el error en que incurrí, cuya única justificación está en el hecho de que cuando escribí mi artículo no conocía aún la identidad y circunstancias personales de quien con sobra de razón y de justicia encaró a López Obrador. Ruego a todos recordar el espléndido final de la película «Some like it hot» («Una Eva y dos Adanes»), cuando Jack Lemmon le dice a Joe E. Brown que no puede casarse con él porque es hombre. Responde tranquilamente Joe: «Well, nobody s perfect». Decía la verdad: nadie es perfecto. FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
-Su cuadro es engañoso, caballero.
La pintura mostraba un trigal color de oro que parecía ondear movido por el viento bajo un cielo esplendorosamente azul. Unos cuervos en vuelo semejaban puntos de admiración en el pasaje.
Añadió el hombre con desdén:
-La naturaleza no es así.
Dijo el artista:
-Así es cuando se le conoce bien. Lo que pasa, señor, es que la naturaleza no se desnuda ante cualquiera.
Nadie sabe quién era el amargo crítico que descalificó, arrogante aquella obra.
Todos, en cambio conocemos el nombre del pintor que la hizo.
Se llama Vincent van Gogh.
¡Hasta mañana!…

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