DE POLITICA Y COSAS PEORES

Armando Fuentes

12/03/2017

En el concurso de televisión el conductor le preguntó a Dulciflor, la linda concursante: «Por mil pesos díganos: ¿quién fue el primer hombre?». Respondió ella: «No puedo contestar esa pregunta. Le prometí guardar el secreto». Doña Panoplia de Altopedo, señora de buena sociedad, visitó a los presos de la cárcel en compañía de las Damas de la Caridad. Esa visita tiene lugar una vez cada año y dura el tiempo suficiente para que las visitantes se tomen una foto en la cual aparecen entregando a un preso una Biblia y un útil y práctico llavero. En esa ocasión, sin embargo, doña Panoplia se dio tiempo para cruzar algunas palabras con un recluso. Le dijo: «Entiendo, buen hombre, que está usted en la cárcel por robar». «No precisamente, señora -se defendió el reo-. Estoy aquí porque me pescaron robando». Babalucas pidió en la ventanilla de la terminal de autobuses: «Quiero un boleto de viaje redondo». Le preguntó el boletero: «¿A dónde?». «¡Pos aquí mismo, pendejo! -se enojó Babalucas-. ¿No te estoy diciendo que es viaje redondo?». Un auditor fiscal entrevistó al dueño de la taquería «El Taco n Madre». Le preguntó, severo: «Notamos en su declaración un dato extraño. Manifiesta usted que en el curso del pasado año vendió solamente 2 mil pesos de tacos, y sin embargo pone como deducibles seis viajes de negocios a Las Vegas. ¿Cómo está eso?». Contestó, cachazudo, el individuo: «Es que surto pedidos a domicilio». Pirulina, muchacha con la hormona alborotada, habló con su director espiritual, el padre Arsilio. Le dijo: «Señor cura: ya encontré el modo de que no me perturben las tentaciones de la carne». «¡Alabado sea el Señor! -se alegró el sacerdote-. ¿Cómo haces para que esas malas tentaciones no te turben?». Respondió Pirulina: «Caigo en ellas». Dos comadres se encontraron en el súper. Se quejó una: «Estoy muy sentida contigo, comadrita. He estado enferma, y ni siquiera me has llamado por teléfono para preguntar por mi salud». «Perdóname, comadre -se disculpó, confusa, la otra-. Es que he andado muy ocupada. Pero dime: ¿cómo estás de salud? . Respondió la otra: «¡Anda! ¡Ni me preguntes!». «Pepito -le ordenó la profesora-, escribe en el pizarrón la cualidad más grande que tengas». Escribió el chiquillo con todas sus letras: «La cualidad más grande que tengo es mi pizarrín». La profesora se escandalizó. Le dijo al audaz crío: «¡Al terminar las clases te quedas en el salón!». Pepito regresó a su lugar. Al pasar les guiñó el ojo a sus compañeros y les dijo en voz baja: «¿Lo ven? ¡La publicidad da resultado!». Bucolio, campesino en flor de edad, casó con Maturina, frondosa mujer mayor que él. Cuando volvieron de la luna de miel los amigos del recién casado le preguntaron cómo le había ido. «Bastante bien -respondió él con voz que se escuchó cansada-. Mi esposa es muy materna; me trata como si fuera un bebé». «¿De veras?» -se interesaron los amigos. «Sí -contestó el fornido mocetón-. Al terminar el acto del amor me da palmaditas en la espalda para que repita»… Doña Macalota preguntó en la joyería: «¿Por qué cuestan tanto esas perlas, si son cultivadas?». Replicó el joyero, digno: «Señora: la educación cuesta». Un buzo caminaba por el fondo del mar cuando descubrió un grupo de bellísimas sirenas que jugueteaban en el interior de una caverna submarina. ¡Cuán hermosas eran! Describir su venustidad sonaría a incitación libidinosa: cimbreantes sus cinturas; brunas sus largas cabelleras; ebúrneas sus carnes; de rosa y de marfil sus altos bustos. Lleno de urgencias masculinas el buzo se acercó a la gruta. «¿Puedo pasar?» -le pidió a la que parecía estar a cargo de la reunión. Respondió la sirena: «Lo siento. No tenemos entradas». (No le entendí)… FIN.

MIRADOR

Historias de la creación del mundo.
El Señor hizo el Sol, la Luna y las estrellas. Creó el día y la noche. Cubrió la redondez del orbe con tierra y mar, y puso en su extensión árboles y plantas, animales, peces y aves.
Luego dio vida al hombre y a la mujer.
Cuando el Padre terminó su obra un inmenso coro de acción de gracias se elevó salido de todas las criaturas.
-Señor -dijo entonces Adán-. Sólo las piedras no te cantan.
-Tienes razón – le contestó Él-. Haré que también las piedras entonen un himno de alabanza a la gloria de Dios.
Preguntó el hombre:
-¿Harás con ellas una catedral?
-No, -respondió el Señor-. Haré con ellas una montaña.
¡Hasta mañana!…

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