Armando Fuentes
13/07/16
«¿Cuánto cobras?» -le preguntó Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, a la muchacha de vida no difícil. «5 mil pesos» -respondió ella. «¡Estás loca! -se indignó Pitongo-. Por la mitad de eso yo dejaría que me hicieran lo que te hacen a ti». Ya conocemos a Avaricio Cenaoscuras, hombre cicatero. Una mañana su esposa le dijo con sugestiva voz: «Anoche soñé que me comprabas un vestido». «Qué bueno -dijo el cutre-. Ojalá esta noche sueñes el dinero para comprarlo». Empédocles Etílez y Astatrasio Garrajarra bebieron una noche en la cantina. Antes de irse acordaron volverse a encontrarse ahí el siguiente mes, en la misma fecha y a la misma hora. Llegado el día Empédocles entró en la taberna a la hora exacta de la cita. Su amigo estaba ya esperando. Le preguntó Empédocles: «¿A qué hora llegaste?». Farfulló Astatrasio: «No me he ido». A aquel muchacho le decían «El pollito». Nació exactamente a los 21 días de que se casaron sus papás. Desde luego sabemos ya quién va a ser el candidato de Morena a la Presidencia de la República: López Obrador. Ese partido está hecho por él para él. Si AMLO pierde la elección jamás Morena volverá a tener otro candidato, a menos que el mismo López Obrador vuelva a postularse, cosa que a nadie sorprendería. La candidatura del PAN se decidirá seguramente entre Ricardo Anaya y Margarita Zavala. La del PRD quizás entre Mancera y Marcelo Ebrard. Nada se sabe, en cambio, del posible candidato del PRI. Pienso que ni el mismo Peña Nieto podría decir ahora a quién propondrá como su eventual sucesor. Vuelve a vivir el PRI los tiempos del «tapado». Pero sea quien sea el candidato del partido tricolor, así postule a San Judas Tadeo, será difícil que gane la elección. Mark my words, como dicen los ingleses; anoten mis palabras: en la elección del 2018 el partido del gobierno quedará en tercer lugar. Capronio es un sujeto ruin y desconsiderado, indigno de ocupar un lugar en el espacio. Cierto día su pobre esposa le preguntó tímidamente: «¿Tú crees que soy fea?». «No, mi vida -respondió con fingida ternura el desgraciado-. Pero ¿qué puede mi humilde opinión contra la del resto del mundo?». El ciempiés, poseído por urentes ansias lúbricas, le pidió a la hembrita: «¡Anda, Miria! ¡Abre las piernas, por favor!». Replicó ella terminante: «¡No, no, y cien veces no!». Un sujeto que tenía el tic de abrir y cerrar los ojos fue al pipisrúm del restaurant. El tipo que estaba a su lado, un chaparrito, empezó a abrir y cerrar los ojos, igual que él. El individuo se molestó. «No me remede» -le dijo amenazante. Contestó el chaparrito: «Pos no me salpique». El señor que tuvo un infarto le preguntó a su médico: «¿Cuándo puedo volver a tener sexo?». «En un par de semanas -respondió el facultativo-. Pero solamente con su esposa, ¿eh? No quiero que se me excite demasiado». El autobús iba atestado. El viaje era muy largo, y Susiflor estaba muy cansada, de modo que aceptó la invitación que le hizo un muchacho para que se sentara en sus rodillas. A poco dijo nerviosa Susiflor: «Perdone, joven: siento algo que me cala». «Discúlpeme, señorita -se apenó el muchacho-. Es mi pipa». Intervino un señor de edad madura: «Venga a sentarse en mis piernas, linda. Hace 20 años que yo ya no fumo». FIN.
MIRADOR
Si volviera yo a nacer -me propongo hacerlo alguna vez- me gustaría ser músico.
Y si fuera músico me gustaría ser Liszt, Rossini o Saint-Saëns, en ese orden. Sé que ninguno de ellos es tan grande como Bach, Mozart o Beethoven. Pero Bach fue pobre y tuvo 21 hijos: la perspectiva no me agrada. Mozart sufrió mucho y murió joven: tampoco eso me llama la atención. Y Beethoven se tomaba a sí mismo demasiado en serio, lo cual no va conmigo.
Lo dicho: Saint-Saëns, Rossini o Liszt. Los tres vivieron muchos años; los tres gozaron de la vida. Liszt se extasiaba ante una mujer; Rossini ante un pavo trufado; Saint-Saëns ante un bello cuadro. Los tres tuvieron muchos amigos y buen sentido del humor: Rossini pensó siempre que el tournedo de filete que inventó era obra superior a su Stabat Mater, al Barbero o a Guillermo Tell.
Comparados con aquellos genios los tres son figuras menores, lo reconozco. Pero, ¿quién quiere tener la gloria que muerto alcanzó Bach pudiendo tener la vida que vivo vivió Liszt?
¡Hasta mañana!…