Armando Fuentes
5/06/16
Hazle la siguiente broma a un amigo. Pídele: «Di una marca de condones. Di dos marcas de cerveza. Di tres marcas de tequila. Ahora di el nombre de cuatro ríos de África que desembocan en el Océano Índico». Contestará él sin problema las tres primeras cuestiones, pero la cuarta no. Entonces tú le dirás: «¿No sabes lo de los ríos? ¡Caón, deja ya de f… y de beber y ponte a estudiar Geografía!». La paciente le preguntó al doctor Ken Hosanna: «¿Puede una mujer tener hijos después de los 40?». «Señora -respondió el facultativo-, en mi opinión 40 hijos son ya más que suficientes». El astroso pedigüeño abordó a la linda chica y le dijo: «¿Podría darme 50 pesos para un café?». La muchacha se molestó: «Un café no cuesta más de 25 pesos». Explicó, humilde, el pordiosero: «Tenía la ilusión de que usted me acompañara a tomarlo». Don Valetu di Nario mostraba síntomas de agotamiento. El gerontólogo se enteró con sorpresa de que el provecto caballero seguía haciendo obra de varón. Le preguntó qué edad tenía, y don Valetu declaró que acababa de cumplir 85 años. Le indicó el facultativo: «No recomiendo el acto del amor a un hombre que está en los 80». «Está bien, doctor -se resignó el señor Di Nario-. Esperaré a estar en los 90 pa seguirle». Margaret Thatcher era Primera Ministra de Inglaterra, y Mikhail Gorbachev tenía el mismo cargo en la URSS. Una mañana sonó el teléfono rojo en la oficina de la señora. Quien llamaba era su homólogo soviético. «Maggie -dijo Gorbachev-, el virus del sida nos ha llegado ya, y andamos algo escasos de preservativos. Me preocupa la salud de nuestros soldados; por eso me veo en la necesidad de pedirte que nos envíes un millón de condones para hacer frente a la emergencia». «No hay problema, Misha -replicó la Dama de Hierro-. Nosotros tenemos excedentes de todo, de manera que te enviaré con gusto esos condones. También andamos sobrados de tachuelas, por si te hacen falta». «Por ahora nada más necesitamos los condones -acotó Gorbachev-. Una precisión: deben ser de 12 pulgadas de largo». «Tampoco hay problema -replicó la baronesa-. Los fabricamos en todas las medidas y en una amplia variedad de estilos, colores y sabores». «¿Sabores también?» -preguntó con curiosidad el ruso, que por causa de la tradicional reserva eslava no conocía ciertas exquisiteces de erotismo. Explicó ella: «Le damos mucha importancia a los sabores. Queremos desmentir el mito de que la cocina inglesa es mala. Hoy por hoy el sabor más pedido es el de ananás con chocolate. El de fish and chips ya pasó de moda». «El sabor es lo de menos -dijo Gorbachov volviendo a la realidad-. Lo que importa es el tamaño: 12 pulgadas, no se te olvide. Es la medida de nuestros soldados». «Piece of cake -replicó la señora-. Cosa fácil». Colgó la ministra y de inmediato hizo venir a un fabricante de preservativos. «Necesito -le dijo- un millón de condones». «Señora -se preocupó el hombre-, por el bien de la Mancomunidad Británica me atrevo a recomendarle un poco de continencia». «No son para mí -replicó ácidamente doña Margaret-. Honi soit qui mal y pense. Vergüenza para quien piense así. Los quiero con propósitos de exportación». «Eso me tranquiliza -suspiró con alivio el fabricante-. Temía yo por la salud de usted y de la Commonwealth». Dijo ella: «Los condones deben medir 12 pulgadas». «Podemos hacerlos de esa longitud» -aceptó el hombre. «Y quiero -añadió la Primera Ministra- que cada uno lleve dos inscripciones. La primera debe decir: Hecho en Inglaterra «. «Naturalmente -respondió el industrial-. Rule, Britannia! ¿Y la segunda inscripción?». Respondió la señora Thatcher: «Póngales: Tamaño mediano «. FIN
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Historias de la creación del mundo.
El Señor hizo los astros.
Quería jugar a las canicas.
El Señor hizo el arco iris.
Quería decir que amaba por igual a todas sus criaturas.
El Señor hizo a Adán.
Quería tomar riesgos.
El Señor hizo a Eva.
Quería que Adán también tomara riesgos.
El Señor hizo a Francisco de Asís, a SantaTeresa de Jesús, a Mozart, a Sor Juana, a Van Gogh, a Florence Nightingale, a Borges, a la Madre Teresa de Calcuta y a muchos hombres y mujeres más como ellos y como ellas.
Quería demostrar que no se había equivocado al hacer al género humano.
¡Hasta mañana!…