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De política y cosas peores


Armando Fuentes

13/03/2016

CIUDAD DE MÉXICO 12-Mar .- En el atrio de la iglesia donde se llevó a cabo la boda un individuo se acercó al novio y le dijo: «Permítame hacerle un pequeño regalo». Y le entregó una cajita. La abrió el desposado y preguntó con extrañeza: «¿Tapones para los oídos?». «Sí -respondió el sujeto-. A usted no tengo el gusto de conocerlo, pero he tratado bastante a su novia, y ronca mucho por las noches». Doña Macalota le pidió a su esposo don Chinguetas que se dejara crecer el bigote. «¡Ah no! -protestó él-. ¿Por qué siempre tengo que hacer lo mismo que haces tú?». Pimp y Nela forman una pareja singular. Ella es sexoservidora y él es su chulo o cinturita. Sin embargo en un tiempo Nela fue doncella pudorosa. El tal Pimp la enamoró, labioso, y la incauta joven quedó prendida en las redes que le tendió su seductor. Cuando el torpe galán la vio rendida le pidió: «Dame una prueba de tu amor». Ofreció ella, apasionada: «¡La que quieras!». Fue entonces cuando Pimp le exigió que comerciara con su cuerpo a fin de ganar dinero para él. Manifestó: «Si en verdad me amas irás por esta calle, puerta por puerta, ofreciéndote a la lascivia de los hombres». Ella accedió, ciega de amor. Cuando llevaba ya tres casas, y sus lúbricos ocupantes la habían gozado, Pimp le dijo: «Es suficiente. Ahora sé que tu amor es verdadero. Vamos al registro civil; ahí te daré mano de esposo». «¡Ah no! -respondió Nela-. ¡Todavía me faltan 15 casas!». No tengas sexo si tienes algo mejor que hacer. El problema es que no hay nada mejor que hacer… Babalucas relató su historia sentimental: «Cuando estaba en sexto de primaria me enamoré de mi maestra. La cosa no funcionó, naturalmente. Ella tenía 20 años, y yo 43». Don Trisagio Preces, portaestandarte de la Cofradía de la Renunciación, es un piadoso señor de integérrima moral y nobles sentimientos. El otro día se quejó con amargura: «El sexo se ha convertido en el dios de nuestra sociedad. Está en todas partes: sexo en el cine; sexo en la televisión; sexo en las revistas y en los anuncios espectaculares. La única manera que tienes de evitar el sexo es casándote». El reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Tercera Venida (no confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que permite a sus feligreses el adulterio a condición de que no lo cometan en la vía pública) fue a Las Vegas. Ahí cayó en tentación de carne: llevó a una prostituta al cuarto de su hotel. Después del consabido trance el predicador exclamó contrito y apesadumbrado: «¡Fallaron mis principios!». Comentó la mujer: «Tu final tampoco fue muy bueno». Ciertas prácticas sexuales pueden ser peligrosas después de los 80. Lo prudente es bajar la velocidad por lo menos a 50. Facilda Lasestas fue a confesarse con el padre Arsilio. Le dijo que tenía tratos de fornicación con numerosos hombres. El buen sacerdote pensó que la conducta de la mujer la llevaba directamente al infierno de las llamas. Le preguntó, severo: «¿Sabes, mujer, lo que te vas a ganar con tu pecaminosa vida?». «No lo sé, padre -repuso ella-. Hasta la fecha no he cobrado». Simpliciano, cándido joven sin ciencia de la vida, le hizo el amor a Pirulina en su automóvil. Al terminar el erótico deliquio le dijo a su dulcinea: «¡Perdona este arrebato de pasión, amada mía! ¿Qué puedo hacer para reparar mi falta?». Le sugirió Pirulina: «Pon en mi bolso un billetito de mil pesos». Himenia Camafría, madura señorita soltera, recibió en su casa la visita de don Almanaquio, senescente caballero. Después de un rato de conversación sobre diversos temas -el clima especialmente- la señorita Himenia le dijo, insinuativa, a su maduro visitante: «Estamos solos en la casa, amigo mío. ¿No aprovechará usted esa circunstancia para intentar algo conmigo?». Repuso don Almanaquio, digno: «Señorita: soy un caballero. Para faltarle al respeto necesitaría estar borracho». «Entonces andamos de suerte -se alegró Himenia-. Tengo en el comedor una botella de tequila». Don Poseidón, ranchero acomodado, fue a la ciudad. En la plaza del mercado un comerciante le dijo: «Vendo huevos». Respondió el vejancón: «¡Bonito me voy a ver vendado de esa parte!». FIN

MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Historias de la creación del mundo.
Sopló el viento y se llevó las hojas de los árboles.
Dijo Eva:
-Ahora no tendré nada qué ponerme.
Llegó el invierno y congeló el lago.
Preguntó Eva:
-¿Dónde está mi espejo?
Cayó la noche. Dijo Adán:
-No se ve nada.
Y dijo Eva:
-Nadie me ve.
Eva le contó las costillas a Adán:
Explicó:
-Quiero saber si hay otra mujer en tu vida.
¡Hasta mañana!

MANGANITAS
Por AFA.
«. El médico le informó al yerno que su suegra estaba en coma.».
El hombre lo tomó a mal.
Dijo impaciente: «Doctor: avíseme por favor cuando esté en punto final».

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