Nuestros Columnistas Nacionales
De política y cosas peores
29/10/2018 – Un gusanito vio algo que le gustó mucho y exclamó entusiasmado: «¡Qué culito tan lindo!». Al punto oyó una vocecita que le dijo:»No te emociones, pendejo. Soy tu otro extremo»… Don Carmelino, caballero siciliano, viajó a los Estados Unidos invitado por su hijo, que vivía en Nueva York. El muchacho quería que su padre conociera el american way of life, de modo que lo llevó al Yankee Stadium a presenciar un juego de beisbol con las grandes estrellas del ayer. Jamás en su vida había visto el visitante un partido del Rey de los Deportes. En la primera entrada Mickey Mantle conectó un hit. «¡Corre, Mickey, corre!» -gritó entusiasmado el hijo. En el segundo inning Roger Maris pegó un doble. «¡Corre, Roger, corre!» -exclamó otra vez el muchacho. En la tercera entrada llegó a batear Joe DiMaggio. El pitcher hizo el lanzamiento. Bola una… Bola dos… Bola tres… Bola cuatro… DiMaggio tiró el bate y se dirigió trotando lentamente a la primera base. «¡Corre, Joe, corre!» -empezó a gritar con ansiedad el señor grande. «Éste no debe correr, padre -lo corrigió su hijo-. Tiene cuatro bolas». «Mamma mia!» -se preocupó don Carmelino. Y empezó a gritar: «¡Camina con cuidado, Joe! ¡Camina con cuidado!». Cierta chica que vivía en Washington le contó a una amiga su última experiencia en materia de relaciones amorosas: «Anoche salí con un chico del Sur, concretamente de Atlanta. Me invitó a tomar una copa, a cenar y luego a bailar.Todo ese tiempo se portó como un perfecto caballero sureño. Al final me invitó a conocer el departamento que tiene en la ciudad». Preguntó la amiga, curiosa y traviesa al mismo tiempo: «Y ¿qué hizo en el departamento ese perfecto caballero del Sur?». «Pues te diré -respondió la otra-. Ahí se puso bastante norteño»…Tenía un campesino / un burro (o un jumento o un pollino), / y por ahorrar dinero, / pues traía un problema financiero, / decidió ya no darle maíz, cebada, / avena ni forraje. En suma nada. / El borrico, paciente, / buscaba en vano donde hincar el diente, / y el campesino, orondo, / decía: «Este negocio va redondo». / Un día, sin embargo, / harto de aquel ayuno ya tan largo, / el asno fue al granero/ y juntando su esfuerzo postrimero / con una gran patada / la puerta derribó toda quebrada. / Comió cebada, maíz, forraje, avena / hasta que tuvo la barriga llena, / y al campesino tuno / le dijo: «Me impusite aquel ayuno / por que mi sacrificio / fuera de tu fortuna nuevo inicio, / mas llevaste a tal grado aquel ahorro / que si a mí mismo no me doy socorro / en este mismo día / de cuero de tambor ya serviría»… Aprendan este cuento / quienes han concebido el pensamiento / de no atender ningún clamor social / en medio de la crisis general… La fabulilla que arriba pergeñé puede servir para explicar la causa remota de la caravana de migrantes centroamericanos que dispone a cruzar nuestro país para ir a Estados Unidos. Esa causa es el hambre, origen también del crimen y la violencia que hicieron huir de su país a esos hombre, mujeres y niños . Mientras haya pobreza habrá emigración. Don Crésido, rico señor, pasó a mejor vida. El notario que hizo el testamento convocó a la que fue su secretaria.»Señorita Rosibel -le dijo-. Me permití llamarla porque es usted una de las legatarias de don Crésido». «Oh, no -replicó ella, ruborosa-. Es cierto que una vez pasé con él un fin de semana en Cancún, pero nunca fui eso que usted dice»… En la playa Susiflor y Dulcilí veían a los atléticos bañistas que pasaban. Exclamó Susiflor mirando a uno: «¡Qué hombrón!». «No te fíes de apariencias -le aconsejó Dulcilí-. Conozco a uno que vive en casa con dos garages, y lo único que tiene es una bicicletilla»… FIN.
MIRADOR.
Tendrán que perdonarme. Quizá soy hombre de poca fe, pero cuando alguien me dice que Dios le habla lo felicito y me alejo después apresuradamente.
En los Estados Unidos el reverendo Jimmy Swaggart, predicador protestante de gran éxito en la televisión, fue sorprendido con una prostituta en un cuarto de hotel. La prensa publicó la noticia con grandes titulares: los norteamericanos se interesan mucho en la religión, se interesan mucho en el sexo, y más se interesan cuando andan juntos el sexo y la religión. Los feligreses le reclamaron a Swaggart su pecado. Y él les respondió:
-Anoche me habló el Señor y me dijo que esto a ustedes no les importa nada.
Por mi parte nunca oigo voces celestiales. Escucho, sí, en mi interior una voz pequeñita que me pide amar a Dios en sus criaturas: mi prójimo; los animales y las plantas; todas las cosas de la naturaleza. Pero esa voz, repito, es muy pequeña.
Y le agradezco que lo sea: si alguna vez me hablara Dios personalmente, me asustaría bastante.
¡Hasta mañana!…