Nuestros Columnistas Nacionales
De política y cosas peores
4/10/2018 – Una vaca y un toro se encontraron en el prado. «Me llamo Clarabella -se presentó la vaca-, pero dime no más Clara , pues con los años se me acabó lo bella». «Y yo me llamo Agapito -dijo el toro-. Pero dime no más Aga . A mí también los años me han maltratado mucho»… La señora y su marido fueron al súper. Ella sugirió, preocupada: «Creo que es mejor que te quedes en el coche, Leovigildo. Hace meses no ves los precios de las cosas, y el doctor te recomendó no tener emociones fuertes»… Himenia Camafría, madura señorita soltera, le anunció jubilosa a su amiga Celiberia: «¡Creo que Geroncio tiene intenciones matrimoniales!». Quiso saber la otra: «¿Por qué supones eso?». Respondió la señorita Himenia: «Me preguntó si ronco»… Don Grumpo, viejo cascarrabias, fue a la consulta del doctor Ken Hosanna. Éste lo interrogó: «¿Qué le sucede?». Respondió de mal modo el vejancón: «Para eso le pago. Usted es el que debe saber qué me sucede». Dijo entonces el facultativo: «En ese caso lo enviaré con un veterinario. Él averigua lo que tiene su paciente sin interrogarlo»… Doña Macalota le reclamó a su esposo don Chinguetas: «¿Por qué miras tanto a la vecina? Yo tengo lo mismo que ella, ¿no?». «Sí, mi amor -contestó don Chinguetas-. Pero tú lo has tenido por 30 años más». El recién casado le pidió en la cocina a su inexperta mujercita: «Hazme 20 pares de huevos fritos». «¿Te vas a comer veinte pares de huevos frito?» -inquirió con asombro la muchacha. «Claro que no -respondió él-. Nada más el único par que te va a salir bien»… Igual que hace 30, 40 o 50 años vivimos ahora bajo el dominio de un solo partido. Ayer fue el PRI; hoy es Morena. Lo mismo que en aquellos tiempos el grupo en el poder no tiene frente a sí una verdadera oposición. Los partidos opositores están de tal manera debilitados que no representan ninguna fuerza real. El PRI, aplastantemente derrotado en la elección presidencial, apenas alcanzó a poner unas pocas de sus fichas -fichitas, en algunos casos- en diputaciones y senadurías. El PAN, fragmentado y dividido, afronta una más de sus frecuentes crisis. Y el PRD casi no existe ya. Así las cosas los morenistas avanzan a tambor batiente, y López Obrador podrá hacer y deshacer a lo largo del sexenio sin afrontar prácticamente ninguna resistencia por parte de alguna fuerza política que pudiera oponerse a sus designios. Situación de peligro es ésa para México. «¡Quita las manos de ahí!» -le exigió la indignada muchacha a su encendido y lúbrico galán-. «Perdóname, Rosibel -se disculpó el muchacho-. Es que estoy ciego de amor por ti, y ya sabes cómo se nos desarrolla a los ciegos el sentido del tacto»… Dos niñitas estaban jugando en la casa de una de ellas, y la visitante vio una báscula de piso. Preguntó: «¿Qué es esto?». «No sé -respondió la otra-. Pero no te le acerques. Ha de ser un bicho peligroso, porque cuando se suben a esa cosa mi papá se suelta echando maldiciones y mi mamá grita enojada». En el circo el joven y apuesto domador presentaba a un fiero cocodrilo. Le ordenaba: «¡Dame un beso!». El saurio nada más abría, furioso, sus espantosas fauces. «¡Un beso, te digo!» -repetía el guapo domador. El cocodrilo rugía, amenazante. Entonces el domador tomaba un tubo de fierro y le daba al animal un tremendo golpe en la cabeza. El cocodrilo, asustado y dolorido, acudía dócilmente y besaba en la mejilla al domador. Una estruendosa ovación saludaba aquella hazaña. Pidió el hombre: «¿Hay entre los asistentes alguien que se atreva a hacer esto mismo?». «Yo me atrevo -se levantó un individuo del público-. Pero a mí no necesita pegarme con el tubo». FIN.
MIRADOR:
Encuentro.
En estos versos se habla del anhelo de todo hombre de encontrarse alguna vez consigo mismo después de todos los desencuentros que a lo largo de la vida lo han alejado de su verdadero ser.
Quisiera andar de noche
por un pueblo olvidado,
y al volver una esquina
descubrir unos pasos;
y saber que son míos,
y seguirme despacio,
y mirarme de pronto,
y saber que me he hallado,
y acercarme sin prisa,
y ponerme una mano
afectuosa en el hombro
y decirme: «Hola, Armando».
AFA.
¡Hasta mañana!…