8/07/2016 – A diferencia como se acostumbraba en años anteriores, los padres de familia no tienen que encargarse de conseguir los recursos financieros para hacer las obras de remodelaciones que requieren las instituciones educativas porque, de acuerdo a la nueva ley de educación, esta es una responsabilidad que deben de asumir los tres órdenes de gobierno, dio a conocer ayer el supervisor de la Zona 192 del sector 7 de Primarias, Héctor Manuel Martínez Morúa.
Subrayó que ya es una costumbre que los padres de familia tengan que aportar una parte importante de los recursos que se requieren para hacer las obras que urgen en las escuelas, lo cual, en no pocas escuelas de la localidad, son las mamás y papás de los niños quienes aportan la mayor parte, lo cual mal acostumbrada a las autoridades educativas, que ya se despreocupan por mejorar las condiciones educativas porque los padres desde hace mucho tiempo se encargan de eso.
“Yo le doy a conocer a la ciudadanía, anteriormente los padres de familia hacían las remodelaciones en las instituciones, hoy le corresponde al gobierno federal, al gobierno estatal y al gobierno municipal hacer las reparaciones, así lo marca la nueva ley de educación, y como dicen por ahí, zapatero a sus zapatos; incluso los padres de familia sí tienen también que hacer las renovaciones, el mantenimiento, pero, primordialmente le compete a los gobiernos federal, estatal y municipal de acuerdo a la nueva ley de educación”, subrayó el supervisor escolar de esta zona rural.
Mínima inversión para las escuelas
Al respecto, la directora de la Escuela Primaria “Josefina Menchaca”, turno matutino, Martha Margarita García Medina, comentó que es mínima la inversión que hacen las autoridades de gobierno para mejorar las condiciones de cada escuela, por lo que por ejemplo en esta institución del centro de la ciudad muchas de las remodelaciones y acciones para mejorar no solo la infraestructura, sino también la seguridad, se hacen con recursos que se generan en actividades escolares, porque de lo contrario pasarían décadas para que fueran atendidas sus necesidades más primordiales.
Abelardo López Guajardo