Chente le debe todo a Cuquita


6/04/2016 – Lo primero que hizo Vicente Fernández Gómez al abrir el primer ejemplar de Adiós de un grande –libro en el que el charro de Huentitán comparte algunos pasajes de su vida– fue escribir en la primera página una íntima dedicatoria a su mujer, Cuquita Abarca, quien es una figura central en esta obra.

El libro, del que se imprimieron 6 mil ejemplares, saldrá a la venta hoy a través de la página electrónica del cantante (vicentefernandez.com) como parte de los preparativos del concierto con el que se despedirá el próximo 16 de abril en el Estadio Azteca.

“No es exactamente mi vida, son pasajes, porque si pongo mi vida completa, hasta ahora me dura mi mujer”, bromea Fernández desde la terraza de su casa, en el rancho Los Tres Potrillos, en Tlajomulco, donde constantemente recibe visita de familiares y amigos.

De pronto, entre las páginas emerge una fotografía de Cuquita enmarcada por la inconfundible figura de Chente portando su sombrero de charro; el cantante detiene el paso de las páginas y presume que él fue quien realizó esa composición manipulando las imágenes con photoshop, el gusto por la tecnología es algo que no oculta.

“Mi mujer es mi mujer, es la mitad de Vicente Fernández (…) Casarse con Vicente Fernández no tiene chiste, pero casarse con el Vicente Fernández de hace 52 años sí tenía chiste, no sabíamos si íbamos a tener para comer siquiera”, dice y evoca algunos de sus recuerdos más felices.

“Todas las muchachas del barrio, no es por nada, andaban detrás de mí, pero a mí me gustó ella y un día, después de acompañarla a misa, de regreso, corté un ramo de laureles que fui juntando y le dije, ‘toma chaparrita’; ella al llegar a su casa se las dio a sus hermanas y les dijo ‘ahí les manda Vicente’, pero lo pagó caro porque lleva 52 años a mi lado”.

Un dato curioso salta de otra página y Vicente rememora: el mismo año en que conoció a su esposa (1960) recibió su primer pago como cantante.

“Fue en La calandria musical, un programa del canal seis local; además de que me pagaban, me servía, porque yo cantaba en las calles llevando serenatas y después del programa me salía a cantar y la gente me iba ubicando y me contrataba”.

En este libro, el artista reconstruye pasajes familiares y artísticos que dan cuenta no sólo de su historia como cantante, sino de sus pasiones y de lo difícil que fue forjar la carrera que lo llevó a convertirse en ídolo.

“No fue fácil y el que cree que puede hacer una carrera muy fácil, fácil se la acaba”, dice Fernández, que se enorgullece de vivir para el público, no de él, no para los empresarios, a quienes tuvo que aprender a tratar.

Aunque en este libro no habrá revelaciones, el cantante no evita capítulos difíciles de su vida, como cuando sus hijos Vicente y Gerardo nacieron de 6 meses y junto con su esposa tuvo que improvisar una incubadora con una tina de agua caliente y un foco para carnitas. “Fue muy difícil, estuvimos de arrimados con mi suegra”.

La producción de Adiós de un grande se llevó cuatro meses de preparación, aunque asegura que lo que le tocó a él lo hizo tan sólo en cuatro horas.

“Yo no quería hacer el libro pero me convencieron; soy alguien que cuando me preguntan, me suelto… y como tengo mucha historia que platicar…”

Agencias

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