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Cena de negros


Marco A. Vázquez

23/04/2018

Lengua contra lengua…
En 1994, al final del siglo pasado, se pusieron de moda los debates entre candidatos a la Presidencia de la República, Diego Fernández de Cevallos, el Jefe Diego, un panista, abogado, y “aspirante” a la Presidencia de la República, en ese debate, hizo cera y pabilo de los otros contendientes, su figura creció tanto que se pensó que podría llegar a ser presidente de la República hasta que, repentinamente, “se enfermó” y no regresó a la escena pública hasta que perdió la elección con el PRI encabezado por un gris Ernesto Zedillo Ponce de León, el otro candidato era Cuauhtémoc Cárdenas.
De aquella farsa de la política mexicana se hicieron caricaturas, memes les dicen hoy y hasta chistes, uno de ellos relata de la mujer que llega a la iglesia a casarse por cuarta vez, el padre le reclama su desfachatez de querer contraer nupcias vestida de blanco y la fémina le responde: “Porque todavía conservo mi virginidad padre, mire, me casé con un alcalde y ya sabe, al principio me seguía a todas partes, me cortejaba, prometía de todo, me perseguía como a sus candidaturas pero cuando se le cumplió ya no supo qué hacer, el segundo fue un diputado y esos no saben más que levantar el dedo, después me casé con un político aspirante a la presidencia de la República y fue pura lengua, así que ahora me casaré con uno de Hacienda, esos a todo mundo se co…men”.
De la experiencia del 1994 que le detallo, más las del 2000, 2006 y 2012, queda claro que los debates públicos entre aspirantes a puestos de elección popular no sirven de nada, si acaso para presumir lo lengua larga que son los políticos, de cómo se pueden llegar a vender, su cinismo y ya.
Trataré de explicarme, Diego Fernández de Cevallos después de ese debate, apoyado por Carlos Salinas y por el sistema según la percepción ciudadana, llegó a ser diputado federal, senador, novio de una muchachita a la que le mandó pavimentar hasta el acceso a su rancho y hoy puede presumir que a sus fiestas de cumpleaños acude el presidente, algunos ex presidentes y políticos de todos los niveles y de todos los partidos.
En el 2000 ganó el debate Vicente Fox a un gris Francisco Labastida, el resultado fue un sexenio de vergüenza, se agudizó la corrupción, se registró la primera ocasión que se “escapaba” “El Chapo” Guzmán de una cárcel de alta seguridad y los medios detallaron que hasta se compraron toallas de 4 mil dólares en uno de sus innumerables viajes, eso más los negocios de los hijos de la esposa del presidente y cosas peores, vaya, caímos como en los peores momentos que nos gobernaba el PRI.
Para el 2006 el ganador del debate fue Andrés Manuel López Obrador o Felipe, según su percepción, y fue el panista Felipe Calderón quien se alzó con la victoria, conocemos de sobra el resultado, un sexenio manchado de sangre, corrupción, incapacidad para atrapar a los delincuentes, de impunidad, desaparecidos y, se dice, de un gobernante que no se despegaba de la bebida.
El 2012 el debate lo ganó otra vez López Obrador pero el presidente es Enrique Peña Nieto con los resultados que ahora vivimos y son suficientes para vislumbrar que el PRI está en la lona, por lo menos hasta hoy.
Vamos pues, con lo dicho se trata de hacer conciencia, de que usted y yo no nos dejemos apantallar por como debatan los aspirantes a la Presidencia de la República porque además en esos actos no hay tiempo de explicar las propuestas, tampoco de debatirlas en realidad sino que es un duelo de lengua contra lengua.
En lo personal, opino lo de siempre, es mejor que los candidatos entreguen sus ideas y proyectos de Estado a expertos en las diferentes áreas y sean estos lo que desmenucen y exhiban como viables o simples sueños guajiros lo que proponen y lo hagan unos días antes de la elección para que el ciudadano se guíe por realidades no por palabras como hasta hoy ha sucedido o por lo menos que no se vayan a hacer los sorprendidos en los gobiernos.
Más puntos en contra de los debates es que en la percepción ciudadana el ganador es quien más grita, quien más descalificaciones lanza a su oponente, quien más promesas hace aunque las haya obtenido de un sueño provocado por quien sabe que cosas.
En resumen, la invitación es a reflexionar en serio el voto porque México ya no está para experimentos, ni para entregarlo a quienes se luzcan en un debate con su lengua larga, no, México está para que gane la elección quien creamos va a ser el mejor Presidente, que tendrá el mejor equipo y nos sacará de nuestros problemas afianzando nuestras fortalezas, que no quiera inventarse de nuevo el país sino que se atreva a eliminar y combatir lo que nos hace daño y reforzar lo que sea bueno.
Lo peor del caso es que el evento en sí, el debate, no lo ve completo la ciudadanía sino que se traga todo lo que le inyectan vía redes sociales, siempre editado, siempre tergiversado o manejado de forma tendenciosa, es decir, viene la segunda parte de esta lucha lengua contra lengua, cuídese de la misma, no les haga caso y recuerde, investigue de uno por uno, sin fobias y luego vote por Anaya, Meade, Andrés Manuel o quien usted prefiera pero recuerde siempre una cosa, en su sufragio va parte de su futuro, el de sus hijos, familia, vecinos, y muchos más, así que ya sabe cuál es la apuesta, de usted depende si ganan los buenos o solo quien tenga la lengua más larga.

Agencias

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