CENA DE NEGROS

Marco A. Vázquez

30/10/17

Se lo acabaron…

A pesar de la frenética obsesión que tiene Morena por el suicidio, que la refleja abanderando políticos que representan lo peor del viejo régimen como es Felipe Garza Narváez, los seguidores de Andrés Manuel López Obrador ya lograron su primer objetivo, preocupar al PRI.
Según los bien enterados el dirigente estatal del tricolor, Sergio Guajardo Maldonado, tiene números en su escritorio nada halagüeños y lo más triste para ellos es que la tendencia es a empeorar al grado de quedarse sin casi nada en la elección del 2018.
Vaya, la cúpula del Revolucionario Institucional en este momento teme que el tricolor pueda irse al tercer lugar en preferencias electorales en Tamaulipas, con el PAN y Morena disputándose los senadores de mayoría y primera minoría, ocho de los nueve distritos electorales y por lo menos 40 de las 43 presidencias municipales en disputa.
El problema del PRI es que tiene en sus manos los ocho distritos electorales que se disputaron hasta la última elección y, en casi todos, el rencor que provocaron sus diputados por el olvido en que dejaron a su gente ha crecido al grado de que el ciudadano los ha olvidado o solo los tiene presentes en sus recordatorios maternales..
Pero la dirigencia tricolor no llora por esa situación, según ellos la gente olvida pronto, aseguran que con despensas y dinero puede cambiar ese sentimiento de rechazo, más cuando en la elección que viene lo importante será el candidato a presidente de la República y luego quienes aspiren a las presidencias municipales, por eso es que al partido no le causaba la menor preocupación la indolencia de sus legisladores federales ni el odio que provoca el que algunos de ellos presuman riquezas de extraña procedencia.
No, al PRI no le interesaba lo que hicieron o dejaron de hacer los legisladores, lo que hoy los tiene sumamente inquietos es que ya no encontraron en las colonias, ejidos, y organizaciones de su partido una estructura electoral confiable, apenas se van dando cuenta del daño de estar lejos del presupuesto estatal y de la mayoría de los municipales, van comprendiendo que dejaron de tener dependientes y a esa misma velocidad perdieron fidelidades.
La estructura maltrecha es lo que realmente preocupa a Guajardo y compañía, conocen que sin sus operadores en seccionales de las colonias y ejidos el voto de rechazo a su partido, que ahora anda por encima del 60 por ciento, podría reflejarse de forma tan escandalosa que los dejaría fuera de casi todos los puestos de elección popular en disputa.
Peor el caso cuando en Tampico una presidenta que llegó abanderando sus siglas, la maestra Magdalena Peraza, ya no sabe para donde correr y se presume que no querrá ir por el PRI mientras en Matamoros los números van a la baja de su alcalde porque se ha filtrado la especie de que ya no tiene para la nómina mientras los superasesores están costando caro y rindiendo poco.
Si, también se duele el PRI de que muchos de sus hombres y mujeres que se beneficiaron y enriquecieron groseramente durante los tres o cuatro sexenios anteriores se niegan a apostarle a sus candidatos, tan mal anda en ese sentido que los buscan por cielo, mar, tierra, en Tamaulipas y muchos Estados de la República y no los encuentran porque no se dejan localizar sus ex mecenas.
Eso los pone más nerviosos, conocen de sobra que no habrá dinero a manos llenas como ocurría en elecciones anteriores, que es probable que batallen hasta para lo indispensable que puede ser una movilización de ciudadanos para el día de la elección.
Y no, no son tontos, bien saben que si no encuentran a muchos que puedan aportar a su partido es por la sencilla razón de que se lo acabaron, de que quienes tienen recursos solo los invierten para sacar más y en la derrota eso es imposible, es decir, los empresarios y los ricos que antes le metían a sus candidatos también saben retirarse a tiempo o lo que es igual, no son damas de la caridad y no saben meterle dinero “ya bueno” al malo.

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