Marco A. Vázquez
12/04/17
La locura…
Hace algunos años una candidata para promocionar sus atributos y encontrar votos hizo un topless, a ella siguieron las que se mostraban en calendarios, otras que bailaban en eventos hasta juntar sus cuerpos con posibles electores y así fue aumentando la insolencia hasta llegar a una aspirante a diputada que ofreció sexo oral al que votará por ella y, ¿qué cree?, sí ganó.
Los casos se registraban por todo el mundo, más en Europa que presumía ser el Viejo Continente, el primer mundo y, con todo nuestro tercermundismo, acá en México no fue diferente aunque no llegamos a tanto, por lo menos no a la vista de todos.
En ese proceso candidatos, hombres y mujeres, apoyados por casi todos los partidos políticos empezaron a mentar madres, a decir que a huevo cambiarían las cosas, que lo que hacía el de enfrente eran chingaderas y hasta hubo un candidato que se atrevió a levantarle la falda a una muchacha durante un baile para que se le vieran los calzones y así ganarse los aplausos de los hombres y obtener una alcaldía, que por cierto hoy ostenta, aunque ya se le hizo pequeña y quiere la gubernatura de su Estado, el mentado Layín.
Igual en nuestra “democracia” como eventos de campaña se han documentado show de travestis, de mujeres dedicadas al table dance, de hombres en bailes eróticos para las féminas.
Es claro que a ese ritmo no había opciones, a nivel mundial se fue empoderando la locura, la ignorancia, se prostituyó la democracia con todo y que la compra de votos ya no siempre era con dinero sino a cambio de un taco de ojo o permitir tocar pompis y otras cosas.
Tiene razón, por eso estamos como estamos y también es la misma razón por la que en el mundo se asoma la posibilidad de una tercera guerra mundial, fue en lo pobre de la política donde nacieron las matazones que vemos.
Hay la locura al grado pensar en una barda para cerrar las fronteras o, como sucedió en Europa, de atentar contra un equipo de futbol que no hace otra cosa que darle alegría a sus hinchas, seguidores, a la ciudad que les da alojo.
Luego dicen que son guerras que tienen que ver con temas religiosos, hay quien afirma que se trata del agandalle del petróleo de las grandes potencias contra los pequeños países asiáticos como Siria, la verdad es que el mal está en la forma como los ciudadanos del mundo se olvidan de la política, en lo fácil que resulta a los políticos comprar votos por cualquier vía, desde la muy tradicional que tiene que ver con las despensas y el dinero hasta la sofisticada de explotar los instintos primarios de hombres y mujeres.
Pero no se vaya tan lejos, si bien acá en este México lindo y querido no vemos ni la remota posibilidad de una guerra quien sabe si estemos en peligro de ser gobernados por una mujer o un hombre que se parezca a Trump o a cualquier de esos hombres y mujeres con ideas locas, de ser superiores, de no escuchar a nadie.
Es un hecho que el mal que padecemos es muy parecido al del resto del mundo y con el mismo origen, la política, en ellos son las guerras y el terrorismo mientras a nosotros nos ahoga la pobreza, violencia, inseguridad, corrupción e impunidad que campean por cada rincón de este país y, sí, son resultado de las malas decisiones que hemos tomado en la política.
Hoy nos espantamos de que tuvimos gobernadores presumiblemente ligados con la delincuencia, saqueadores, traidores a su pueblo, nos asusta tener al frente del país a alguien que le han faltado argumentos para defendernos ante el mundo y para tranquilizar las aguas, para sacarnos de los días aciagos que padecemos.
Acertó, aunque sin saber por qué, es un hecho que a Peña Nieto lo eligieron por bonito y si nos acercamos más, pues en nuestra patria chica sucedió lo mismo con Yarrington y mucho más marcado con Eugenio Hernández, para citar ejemplos.
Vaya, todavía existen elecciones donde da la impresión que las mujeres buscan un marido o quien les haga el amor en lugar de un gobernante que pueda garantizar la tranquilidad, paz y oportunidades para sus hijos y nietos, todavía vivimos elecciones donde los hombres rechazamos a las candidatas “por ser mujeres”, por no considerarlas aptas ni fuertes como para enfrentar la delincuencia, nuestra cabecita no nos da para comprender que buscamos quien nos gobierne, que la inteligencia no tiene sexo y que si de fortalezas se trata tampoco se tiene que buscar entre los que tienen testículos sino entre quienes se preparan y saben cómo enfrentar cada problema definiendo prioridades, con sentido común e inteligencia como lo hacen casi todas las mujeres.
Andamos en la locura, nos falta poco para ser carne de psiquiatras y así seguiremos mientras que no logremos entender que debemos buscar políticos de verdad, con inteligencia y capacidad, sean mujeres u hombres, que no tengan tendencia a robar sino a servir y a servirle a este México, debemos estar ciertos que al final de cuentas no buscamos una pareja ni quien llene nuestros sueños eróticos, nada más buscamos gobiernos con sentido común, inteligencia, honestidad y trabajo, hasta eso que no se pide mucho.