CENA DE NEGROS

Marco A. Vázquez

30/12/16

La última…

Sorpresivo 2016, dicen algunos.

La verdad solo fue un año de enseñanzas, de más lagrimas que alegrías, ver como nuestra capital, casi todo nuestro Estado, se desangraba al ritmo del sonar de las metralletas, de los gritos de una madre llorando a sus hijos, de los sollozos de un padre buscando a los suyos, del coraje y la frustración aderezada con las enormes ganas de venganza de muchos jóvenes que todavía no logran comprender lo absurdo de una guerra que nos está costando mucho, que además no le da ganancias a nadie o estas son muy pocas y a precio muy caro.
Gasolinazos, el dólar por las nubes, inflación, gente en la calle exigiendo justicia o un ya basta al gobierno y el pensar que los políticos de poco sirven es cómo vamos a cerrar el año, peor aún, con la creencia de que el 2017 podría ser peor en lo económico y lo social.
Hubo momentos del 2016 que no los cambiaría por nada, como aquel 5 de junio, los resultados de una elección que por primera vez le inyectó esperanzas a este pueblo, que le hizo sentir que vale y que si se aplica las cosas pueden ser diferentes.
Siguen, desde luego, muy vivas las ansias de venganza de nuestra gente, hay hambre y sed de justicia pero además todos los días se aviva el deseo de ver tras las rejas a quienes provocaron nuestra pobreza, inseguridad, violencia y el saqueo en todas las áreas de la administración pública, y esperamos que eso ocurra tarde o temprano porque el ofrecimiento fue que no habría borrón y cuenta nueva, que quien la hizo la iba a pagar.
Se goza, por supuesto, cada que se exhiben los excesos de los políticos del pasado, cuando se anuncia que pronto se habrán de librar órdenes de captura contra ex funcionarios que crearon una red de corrupción tan grande que hasta les permitió robarse el dinero de becas para los niños que iban a la escuela o las despensas para los más pobres de este Estado.
Dicen que fue un 2016 sorpresivo, que pocos esperaban el triunfo del PAN, lo cierto es que este pueblo tamaulipeco no es agachón como parece, que demostró inteligencia y le hizo saber a los políticos que cuando se la hacen se la pagan.
El caso es que ya se va este año, a unas horas de despedirlo tenemos, por necesidad, que hacer un corte de caja, nuestro inventario, ser exigentes a la hora del análisis para no volver a cometer los mismos errores.
Le insisto, fue un año de enseñanzas, de tragedias que quizá debamos difundir con más fuerza para que no vuelvan a ocurrirnos.
También fue un año bueno porque tuvimos el lujo de no tener hambre, porque demostramos que el pueblo unido jamás será vencido, que podemos gobernar a nuestro antojo si nos lo proponemos, que podríamos castigar los excesos de los políticos si nos da la gana.
A los gobernantes les enseñamos que ya no están solos, a los nuestros que trabajando las cosas se hacen bien y se disfrutan mejor.
Falta algo, urge algo, merecemos algo más, acertó, los tamaulipecos ya queremos que llegue la paz, tranquilidad, la libertad de trabajar para producir riqueza, para obligar a un mejor sistema educativo y de salud, para ir acabando con la pobreza, sobre todo, desterrar de esta bella tierra la impunidad y la corrupción que tanto daño nos hicieron.
Necesitamos más políticos que nos inyecten esperanza, alcaldes que ya no se escondan y que podamos ver en la calle todos los días como, hay que decirlo, lo ha hecho Oscar Almaraz en esta capital (y quizá el suyo también), tiene razón, a veces nomás sale a sonreírle a la gente o limpiar calles pero créalo, está ciudad estaba casi muerta, destrozada y esos hechos nos dan algo de lo que requerimos, esperanza.
Urge que los diputados salgan a la calle a ver y escuchar para que hagan su trabajo y no es una necedad, de veras, le afirmó que ese solo hecho nos regresaría algo de esperanza.
Esta es la última CENA del 2016, parece un recuento de los daños pero sólo es un aliento y la reiteración de que podemos tener esperanzas, machacar lo malo para que no vuelva a suceder y es, sin duda, el insistirle que las cosas se pueden hacer como nosotros queramos.

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