Marco A. Vázquez
26/10/16
Midiendo a la General…
En la época dorada de los gobiernos del PRI los número dos de cada administración, léase el secretario de Gobernación a nivel nacional, el secretario general de Gobierno en los estados y los secretarios del Ayuntamiento a nivel local, requerían justificar su presencia, parecer indispensables, hacerse pasar como los mejores para resolver conflictos y para ello los tenían que inventar o creárselos al enemigo para que les llamara o de plano al jefe para luego ponerle en charola de plata a cada uno de los presuntos rijosos, que le besaran la mano y ellos ganarse una palomita.
Dentro de esos inventos perversos nacieron infinidad de grupos, organizaciones que se bautizaban con siglas que tenían que ver con colonias, ejidos, obreros, según fuera el caso, y la reina de todas, el brazo armado del PRI, llamado Antorcha Campesina y Popular.
Para cada organización se inventaron siglas, muchas tenían que ver con los nombres de sus dirigentes, otras con ideologías de sus creadores, algunas más simple burla a organizaciones más serias como la CNC, CTM, SNTE y algunas que eran igual de saqueadoras de presupuestos pero de forma más sutil.
Obvio es que al parejo de esas organizaciones chafas nacieron auténticos movimientos campesinos y populares, muchos de ellos “reventados” al infiltrarles profesionales de la movilización que incitaban a la violencia o el robo para luego culpar a quienes reclamaban apoyos u obras, también, los infiltrados, se dedicaban a la siembra de pruebas falsas para que consignaran a líderes reales que les hacían ruido y no cedían a los chantajes de los “apagafuegos” de la Secretaría General de Gobierno o de Gobernación.
Al principio las movilizaciones eran un juguete, luego se convirtieron en un arma política y al final terminaron por ser nada porque con la modernidad los alcaldes, gobernadores y el presidente estaban realmente informados de lo que representaban que no era otra cosa que ingresos bastante buenos para sus dirigentes y se jodía cada vez más al colono, campesino, al obrero que nunca veía llegar la solución a los problemas.
El avance en la tecnología, las cámaras, contratación de empresas privadas y el análisis serio de los incondicionales pronto les dieron información a los Alcaldes, Gobernadores y al Presidente de la República que acabó con la mina de oro de los manifestantes al grado de que ni caso les hacían a menos que significaran un riesgo o mala imagen para una fiesta como sus informes, los gritos de independencia u otras cosas parecidas, cuando eso sucedía los mandaban desalojar o acordaba con la gente obras de tal forma que no alimentaron falsos liderazgos, no más allá de los necesarios para desestabilizar al enemigo político, que siempre los tenían, cuando se requiriera.
Así llegamos hasta hoy que las cosas siguen pareciendo igual, organizaciones con dirigentes que no representan los intereses del pueblo aunque le tendríamos que agregar a grupos que se metieron a movilizar personas contra las autoridades hostiles a sus intereses.
Los comentarios vienen a colación porque en Tamaulipas parecen renacer aquellas viejas prácticas de los plantones lunes con lunes, de llevar gente a la plaza frente a gobierno para gritar contra el gobernador, el alcalde, contra los intereses de sus patrocinadores y la verdad es que ninguno, hasta hoy, merece ser negociado.
Son grupos que nunca le han servido de nada al pueblo aunque sí a algunos funcionarios ya que obedecían órdenes para manifestarse contra personajes encumbrados de la política, en la administración pública o contra quien no aceptara las decisiones tomadas en el tercer piso de gobierno.