Ma. Teresa Medina
10/02/17
Cuando el imaginario saltó a la realidad
Desde el contexto estatal originado antes de que el 2015 se extinguiera, pocos se atrevían -por temor al “ridículo”- a afirmar que Tamaulipas votaría por un cambio no exactamente inédito por los vislumbres de diversas primaveras políticas alrededor del mundo.
Pero la reiteración de ese imaginario colectivo, a veces ni comentado en la privacidad de los hogares, finalmente apareció.
Baltazar Hinojosa Ochoa y la clase política que representaba no lograron sus aspiraciones, surgiendo como Gobernador de Tamaulipas el entonces senador Francisco García Cabeza de Vaca.
Así pues el cambio se instaló con el PAN en el Poder Ejecutivo y Legislativo, desinstalando de súbito un contingente de trayectorias que invariablemente representaba por el PRI (y casi por antonomasia) los destinos de los tamaulipecos.
Hoy el 5 de junio da la sensación de ser historia. La nueva realidad apenas despliega sus alas. Y el partido político es toda la sociedad en su conjunto que, pese a saber del poder que tenía pero sin haberlo ejercido nunca con tal plenitud, emoción y esperanza, irá transformando con esa nueva cultura democrática los cambios sucesivos en el poder político.
Un camino difícil, y ojalá no abrupto ni sofocado, que nos espera a todos los habitantes de este Estado tan rico y estratégico para la economía nacional, que deberá ser manejado con tal orden y justicia que no resulte contraproducente y menos coincida con la sentencia del viejo refrán de que “más vale viejo por conocido, que nuevo por conocer”.
La unidad de sociedad y gobierno será la clave para el rediseño de un modelo de solidaridad con los que menos tienen, en salud, educación, bienestar social y oportunidades laborales y fundamentalmente en el rubro de seguridad pública, considerando desde luego la buena marcha del aparato productivo que genera riqueza y empleos, cuyos empresarios han depositado su confianza en el nuevo gobernador.
Por su parte, los partidos políticos están obligados a participar en esa dinámica que demanda de ellos y de sus candidatos una publicidad menor, sin mentiras, engaños y desprecios sólo para alcanzar el poder o en aras de una sobrevivencia desesperada pero no racional y comprometida.
¿Podrá el PRI, a propósito del tema, como segunda fuerza política de la entidad, concluir con esa antigua contradicción de prometer lo mejor y acabar haciendo lo peor?
A pesar de la imagen autodestructiva que presenta el Revolucionario Institucional, dudo mucho que por su enorme experiencia no aprenda de la dolorosa derrota que el panismo le asestó aquí y en varias entidades, quedando humillada su estructura y su carrera invicta al menos en Tamaulipas.
Dudo mucho también que el cambio no lleve al priísmo a continuar evaluando los daños sufridos sin la reacción natural que se da en todos los humanos, que finalmente lo constituyen.
No obstante, los tiempos no son de competencia. Aunque a muchos se les cuecen las habas por encabezar el comité directivo estatal o pensar ya en las alcaldías y diputaciones, incluso en las diputaciones federales o los escaños senatoriales.
La soberbia y el revanchismo deben ser arrinconados, emergiendo el apoyo que en estos momentos requiere el titular del Ejecutivo estatal en un proyecto que no es de él sino de todos.
Si a Cabeza de Vaca le va bien nos irá bien a todos. Entonces son tiempos de respaldar la voluntad general y no deslindarse de los grandes temas ni de sus responsabilidades.
Si se cumple con eso, al PRI también le irá bien, revalorizando ante la ciudadanía su solvencia política. Y no como una tregua circunstancial que la ruindad seguro interpretará como un suspenso de meras conveniencias.
Es decir, aquí hago como que me agazapo y como que medio ayudo para luego volver a las andadas. Pero el juicio popular en las urnas y fuera de éstas no debe soslayarse.
El proyecto es el de la sociedad civil que inicia y concluye, decíamos en otras colaboraciones, con la recuperación del decoro urbano y posteriormente con la recompensa y privilegio de convertirse en un líder por el voto de las mayorías agradecidas.
Los tiempos no son para protagonismos, son para el trabajo esforzado que en resumen y ejemplo lo desarrollan el alcalde de Victoria, Óscar Almaraz y el propio Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. Lo demás es ambición para momentos electorales y no para los escenarios que hoy urgen ser atendidos según el mandato popular que espera resultados y no pretextos.
¡Feliz fin de semana!