Armando Fuentes Aguirre
12/02/15
Agencia Reforma
La verdad es que el Creador le iba a poner a Eva solamente una teta: la mujer no necesitaba más para alimentar a su cría. Pero entonces el Creador recordó que Adán tenía dos manos. Simpliciano, joven sin ciencia de la vida, casó con Pirulina, muchacha sabidora. Al llegar a la suite nupcial él pronunció la consabida frase: «¡Al fin solos!». Le dijo Pirulina con disgusto: «Bueno: ¿venimos a platicar o a follar?». Frases poco célebres: «El hombre descubrió el vidrio e hizo la botella. La mujer descubrió el vidrio y fabricó el espejo. El hombre descubrió la baraja e hizo el juego. La mujer descubrió la baraja y creó la brujería. El hombre descubrió el amor e hizo el sexo. La mujer descubrió el amor e inventó el matrimonio». Pregunta y respuesta: «¿Qué es un hombre que se viste de mujer?». «Es un hombre tratando de superarse». Todavía en febrero hay quienes se lamentan en Las Vegas de no haber podido poner un nacimiento navideño. Magos sobraban, pero fue imposible encontrar una virgen. Aquel profesor bizco halló trabajo en un colegio para señoritas. A los dos días, sin embargo, lo despidieron. Le dijo la directora: «No tiene usted control sobre sus pupilas». El abuelito le propuso a su nieto de 7 años: «Hagamos un trato, hijo: yo te enseñaré lo de las abejitas y los pajaritos, y tú me enseñarás a chatear». (Envío aquí un aplauso a la Academia de la Lengua. En la vigésima segunda edición de su diccionario el verbo «chatear» tenía una sola definición: «Beber chatos» (de vino). En su edición nueva viene ya otra acepción: «Mantener una conversación mediante chats». Se ve que la docta corporación, siquiera sea a veces con pachorra, reconoce las voces que impone su majestad el uso. A los señores académicos les invitaré un pisto cuando admitan y registren en su debida forma el mexicanismo «pisto». En España el pisto es un sabroso guiso. Gustaba de él Santa Teresa de Jesús. Una de sus monjas la tachó de golosa por el deleite con que un día lo estaba comiendo. Replicó la doctora de la iglesia sin dejar de comer: «Hermana: cuando Cristo, Cristo, y cuando pisto, pisto». En México «pisto» significa principalmente bebida alcohólica. El día que los señores académicos registren esa acepción los invitaré a pistear). Para tener mano firme es necesario tener ética firme. La autoridad moral se pierde cuando no hay moral. Entonces también la autoridad se pierde, y en su lugar surgen la simulación, las apuradas negociaciones hechas por abajo de la mesa, el miedo de aplicar la ley a quien la viola, el temor de cada día al pensar: «Y ahora ¿qué sucederá?». Es penoso dar constancia una vez más de que organizaciones violentas como la CNTE y la CETEG tienen más fuerza que el gobierno de la República. Es vergonzoso advertir cómo la jefatura del Distrito Federal se amilana y esconde ante los centenares de hombres y mujeres que atentan contra los derechos de cientos de miles de personas. Se pretende explicar esa complacencia y tolerancia por la necesidad de evitar un conflicto mayor. Al hacer eso se está creando el mayor de los conflictos: el desprecio por la ley y el creciente uso de la violencia como medio para extorsionar a las autoridades y obtener de ellas impunidad y beneficios ilegales. Por esa triste vía caminamos: queremos vivir en una sociedad tranquila, y estamos viviendo en una intranquila suciedad. ¡Sandio escribidor! Estás muy equivocado si supones que tu frase final merece ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero, o al menos en plastilina verde. Pretendes orientar a la República, cuando lo cierto es que tus farragosas prédicas son cháchara o monserga cuyas voces se pierden en el aire, como las del Bautista. Mejor harías en cumplir tu oficio de narrador de historias lenes. Con eso al menos pones una tímida chispa de amable humor en la tenebregura por la que ahora, extraviado el rumbo, va el país. Ea, narra un chascarrillo final y luego sal del escenario con la gracia con que lo hacía Dudley Moore, aquel prodigio de la actuación y de la música que dijo alguna vez: «Entre tantas cosas irrazonables, gozar la vida ha sido la razón de mi vida». Aquella noche el pastor Doriles no podía conciliar el sueño. Se puso entonces a contar ovejas: «Una.Dos. Tres. Hola, querida. Cinco.Seis.». (No le entendí). FIN.