OPTIMUS

Jorge Alberto Pérez González

24/04/2016

El debate y las encuestas

Mis perros acostumbran debatir a su manera, se muestran los dientes, se tiran tarascadas, se muerden las orejas y a veces hasta sangre se sacan, después del pleito, cada uno se recluye en diferente esquina del patio y lame sus heridas durante largo rato para lograr mitigar el dolor y para cicatrizar sus heridas.
Esto es cierto y es normal, son animales, se muestran ante mis ojos tal y como el instinto les indica, observarlos me permite conocer su conciencia, su alma y todo lo que alberga sus emociones, pues aunque no tienen conciencia sí tienen intelecto y bastante, digamos suficiente “perronalidad”.
En mi larga vida, ya casi 60 años, he tenido infinidad de perros, todos me han enseñado lo que es y significa la vida, de todos he aprendido algo, algunos me han indicado el camino correcto y otros me han escuchado con tanta atención, que hasta me parece haber visto rodar una lágrima por sus trompas, aunque los perros no sepan llorar.
La ausencia de lágrimas por sentimientos de los perros, no me hace pensar que sean insensibles, al contrario, sus muestras de afecto me hacen cavilar realmente en la reencarnación.
Por la hora en que tengo que escribir este artículo, no puedo hacer referencia al primer debate político por la gubernatura de Tamaulipas, pero espero que no se asemeje en nada, a los pleitos de mis perros, que el análisis prevalezca y la cordialidad reine, pues en una ocasión le pregunté a una amiga que cómo había logrado tener dos perros machos en su patio sin que se pelearan, ni por la comida y me contestó con sabiduría extrema, ¡“solo los capé a los dos”!
Espero que no sea necesario en el futuro, tener que tomar esta drástica medida con los aspirantes a gobernar Tamaulipas, ojalá que el debate que usted vio o escuchó anoche, haya sido propositivo y que ninguno de los aspirantes esté en este momento rumiando inconsolable por ahí, en alguna esquina del Estado.
Pero pasemos a otro tema y dejemos a un lado los pleitos de los canes, las encuestas o estudios de mercado, antes se elaboraban para consumo interno de los cuartos de guerra, gracias a ellas se modificaban tácticas, se establecían patrones y se tomaban decisiones importantes para el desarrollo de la estrategia.
Hoy parecen bisutería barata, se hacen a modo, se maquillan resultados y se distribuyen como panfleto propagandístico para tratar de engañar al electorado, bueno hasta de roban los logotipos de empresas serias para darles un poco de credibilidad, misma que se pierde cuando nos enteramos de que el emisor fue falseado.
Las redes sociales juegan un papel importante en esta estratagema de campaña, de más está señalar la diferencia entre estrategia y estratagema, pues a todos nos queda claro que una busca el triunfo y la otra sólo la derrota.
La tendencia de compartir notas con sólo leer el encabezado poco a poco habrá de desaparecer, cuando se cree la conciencia necesaria para buscar el origen y percatarse de la fiabilidad. Práctica nada extrema, cuando aprendemos el verbo “Googlear”.
Algo si queda claro, los triunfos ahora no serán amplios, aquellos márgenes enormes de diferencia de votos ya desaparecieron de la faz de las campañas políticas, hoy se premia a aquellos que día a día aprovechan sus días permisibles para recorrer la legua, para convencer y para vencer.
Quienes le apuesten a sudar la camiseta, tendrán su premio, quienes le apuesten a promover el engaño, tendrán su castigo, en política el que se enoja pierde, siempre es así, por ello es conveniente que estemos atentos al uso que se le dé a, EL DEBATE Y LAS ENCUESTAS.

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