23/01/16.-Selfies, las hallamos por todos lados. Parece que no existe una cuenta de red social donde no encontremos una de estas fotografías, cuya mayor distinción es que es un autorretrato.
El que se toma una selfie intenta mostrarse de tal forma que mande el mensaje concreto de “éste/a soy yo”.
Esta es una forma de transmitir un mensaje de forma rápida y concreta. El que posa en su selfie hace justamente eso: posar, muestra aquello que quiere que sea visto y oculta los hechos que le pueden parecer desagradables, hay que procurar mostrar la mejor cara.
Es en este acto de “mostrar lo mejor” donde podemos hallar el trasfondo psíquico que hay en este tipo de fotografías. Durante el desarrollo, antes de poder articular palabras, antes de poder describirnos, formamos una imagen corporal propia. Es en los niños de entre 6 y 12 meses que podemos observar el intenso placer que sienten al reconocer su reflejo en un espejo.
La necesidad de recurrir a la selfie puede surgir de carencias durante la etapa del desarrollo de la imagen. La falta de afecto y reconocimiento de parte de los padres deja huella en el niño, huella que vive en su presente como una herida que hay que sanar. La sanación provendrá de los otros y su reconocimiento, de frases como: “qué bien saliste en esta foto”, “qué guapa te ves”, “eres muy sexy” y demás halagos que la foto puede despertar en el espectador.
Como dato curioso podemos agregar un juego de palabras respecto al termino selfie. Self, hace referencia al “Yo”, fie es homófono a la palabra fee que significa cuota. Así la self/fee se pudiera entender como la cuota necesaria para ser reconocido.
Agencias/El Bravo