20/11/15.- Mademoiselle Coco lo adoptó como uno de sus textiles icónicos gracias a uno de sus amantes, el segundo Duque de Westminster, quien era fanático de este material de lana cardada, de apariencia voluminosa y fuerte.
Y es que el tweed era con lo que estaban confeccionados los abrigos y chamarras de este terrateniente británico, considerado en ese entonces entre los hombres más ricos del planeta.
La diseñadora se sentía tan cómoda en este textil amplio y masculino, que decidió incorporarlo al vestuario femenino para ofrecer comodidad y libertad, pero también una estética exquisita que ha permanecido hasta hoy.
Por ello, optó por hacerlo más liviano, flexible, suave y confortable, lo que logró al mandarlo fabricar en exclusivos talleres de Escocia.
Además, inspirada en sus paseos por los bosques, pidió que se trabajara en otros tonos especialmente para su Maison, como el rojo y el morado, con lo que le brindó nueva vida.
En la década de los 20 el tweed ya se veía en abrigos, trajes de día y hasta ropa deportiva; y para los años 30, Coco mezclaba lanas con fibras artificiales, logrando un material aún más ligero al que además le sumó hilos de fantasía para crear sus legendarias chaquetas.
A principios de los 60, la siempre innovadora creativa lo lanzó en el vestuario de noche y lo combinó con lamé.
Desde entonces, reinventado cada temporada, este tejido se repite en todas las colecciones prêt-à-porter y Alta Costura de la Maison, y en los últimos años Karl Lagerfeld lo ha llevado también a los accesorios y zapatos.
Y para su línea «Le Cercle Privé» de Alta Costura para Otoño-Invierno, el «Kaiser de la Moda» lo elaboró con Selective Laser Sintering (SLS), técnica en la que un rayo láser es proyectado sobre un punto de un modelo en 3D, para integrar distintos materiales y así crear una estructura sólida.
Este es un proceso moderno y versátil que además asegura un terminado único y fascinante, como el de estos diseños.
Agencia Reforma