Jorge Alberto Pérez González
20/09/15
La parsimonia del PRI y el nerviosismo del PAN
Dice el «Ringo», perro enano pariente de “Snoopy”, (mientras degusta un enorme hueso llegado directamente de la Hacienda del Patrón, el mejor restaurante de McAllen, Tx.), que las escaleras se barren de arriba abajo y que aunque tengan descanso, el trabajo debe de hacerse hasta culminar el proceso.
Es difícil entender a veces sus comentarios, si no me lo cree intente usted hablar mientras tiene un hueso en la boca.
Aunque sí logro captar el sentido de sus ladridos, cuando veo que tiene toda babeada la tablet, la cual muestra en la carátula, la foto de la oficina de Manlio Fabio Beltrones, esa que tiene un letrero muy claro, “Se prohíbe pensar en el 2018, estamos trabajando en las elecciones del 2016”.
Los liderazgos en los partidos tienen fecha de caducidad y para los avezados como el perro, una señal clara siempre viene de arriba, no hay un manual que lo explique, sólo la experiencia política lo permite y desde luego el conocimiento de los reglamentos, leyes y demás, que con excesivo lenguaje adornan, las más de las veces, las oficinas.
Dejar pasar los tiempos, sólo hace que se mueva la ambición personal, en lontananza se aprecia la figura perfecta del líder de partido que velaba por la unidad, antes que aspirar a algo.
El fondo puede parecer cambiar, pero las formas nunca, la sensibilidad ofrece siempre alternativas que llevan por buen camino al éxito cualquier proyecto personal, pero nunca bajo la tutela ni la influencia de agentes externos.
Recursos para enmendar hay muchos, basta solo voluntad que aleje la parsimonia y que rehaga caminos sinuosos, que devuelva la vida a troncos viejos, mediante la natural poda.
No puede haber futuro sin presente, entendiendo presente en todas sus acepciones, la política es el arte de los consensos, para vencer, primero se tiene que convencer sin hacer excepción de nadie.
Si la política es percepción, poco se abona cuando las señales son lentas, cuando se tarda en arrancar el motor y se lanzan chispas por doquier. La estrategia es lo único que garantiza triunfos.
Pero cuidado, porque una estrategia mal ejecutada puede convertirse en boomerang y desencadenar la crónica de una derrota anunciada, de esto saben mucho los desarrolladores de estratagemas en redes sociales, esos que le apuestan a la anarquía para acceder a la oligarquía.
Los ejemplos más claros de esta tendencia están en el “Facebook” y en el “Twitter”, sus esfuerzos son tan obvios que hasta quienes no participan en el sistema de partidos se percatan. Les llegan invitaciones de gente que ni conocen, su ego se infla al obtener más seguidores, hasta que logran comprender que el interés no está cifrado en las cualidades mostradas en las redes, sino en el total de “amigos” que han logrado acumular en su efímera vida virtual.
Como en cascada llega la misma invitación a todos los integrantes del círculo social, basta que uno solo se da cuenta y comienza a preguntar quién es ese, que muestra tanto interés en el grupo.
Al hacer un análisis de los comentarios previos del intruso, se logra visualizar su tendencia partidista y logra exactamente lo contrario a lo que buscaba, se exhibe como parte de una serie de robots que opera un genio descarado, que de política nada sabe ni le interesa, sólo vender al senador, su cúmulo de ingenuos.
Esta historia no es nueva, ya anteriormente desencadenó la proliferación de Peje-zombies en Tamaulipas, que ahora se han vendido al mejor postor con la idea de patentar una alianza del agua y el aceite, promoviendo las inserciones pagadas bajo nombre de prestigio, que permiten al cliente la gloria del onanismo mental, soñando escenarios promovidos por los ahora denominados Vaca-zombies.
Tiene razón el «Ringo», las escaleras se barren de arriba abajo, gracias a esta platica perruna entiendo: LA PARSIMONIA DEL PRI Y EL NERVIOSISMO DEL PAN.