Curársela está en chino… y peruano; remedios para la cruda

Si con la borrachera te ofendí, con la cruda me sales debiendo…”

¿Quién no ha oído —o pronunciado— esa más o menos profana oración dirigida al Dios personal o al de todos?

Sin embargo, la cruda, la resaca, el guayabo o como se le llame en el idioma que se hable, ocurre una y otra vez; y cada quien tiene su receta favorita para curársela.

Por supuesto que las propuestas más funcionales son o bien imposibles de realizar

—como la de simplemente seguir bebiendo—, o ideales —no beber del todo—. Pero si el lector no bebiera, no pensara hacerlo o no lo hubiera hecho, no buscaría consejo contra los efectos de la bebida. ¿O sí?

Ciertamente, algunos juran por la idea de beber con cuidado, comer bien o tomar una medida de aceite de oliva antes de empezar. Para otros, los alimentos grasos, condimentados o nutritivos incluso, son lo mejor para resolver los efectos.

Claro que si preventivos o curativos funcionan o no es algo que tiene mucho que ver con principios científicos, con costumbres y aun con creencias. Los resultados, a fin de cuentas, dependen de cada quien.

Los mexicanos respondemos por un buen menudo, un caldo de migas, chilaquiles o alguna otra cocción picante que haga sudar. Otros, sin embargo, responden por bebidas gaseosas o deportivas; por grasientos platillos o por “restaurar el nivel freático”.

En Colombia, por ejemplo, el consejo se refiere a un buen caldo de pollo. En España viene a mano un refresco de cola o un baño de vapor y una bebida con huevo, jerez y leche.

Los chinos juran —o al menos eso dicen— que con una gaseosa de sabor limón, en tanto que los rusos proponen una bebida hecha a base de pepinos en escabeche y los polacos por el líquido que sale del sauerkraut, o sea la ensalada de col.

En Alemania, el remedio tradicional es un plato a base de arenque y verduras en escabeche; en tanto que en Italia tratan de convencer al mundo que basta con uno o varios expresos.

En Estados Unidos algunos afirman que con hamburguesas o también con las bebidas deportivas ricas en electrolitos, pero otros prefieren ir por desayunos a base de carnes y grasas, como los ingleses, o enchiladas o tacos al estilo Texas, que en realidad son meras adaptaciones de los platos mexicanos del mismo nombre.

Claro que en Mongolia apuestan a que el jugo de tomate con ojos de cordero repara cualesquier estrago causado por una noche de abuso etílico, pero en ese sentido, muchos preferirían a ojos cerrados uno de los remedios peruanos: el ceviche, con su combinación de jugo de limón, verduras, picante y pescado crudo.

En Canadá, algunos usan  el “ginger ale”, pero otros, al igual que en Estados Unidos, se pronuncian por las “ostras de la pradera”, hechas con huevos crudos, salsa picante, salsa Worcestershire, sal y pimienta, con el argumento de que si la resiste, la cruda no era tan grave.

Los japoneses, o por lo menos algunos de ellos, promueven un tipo de ciruelas verdes en escabeche; los coreanos, a su vez, por una sopa llamada haejangguk, a base de sangre de buey, vegetales y especias.

A manera de consuelo siempre queda la idea de una cerveza helada. Aunque no ayude.

 

 

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