Una mujer salvadoreña logró solicitar asilo al gobierno de Estados Unidos, lo que no pudieron su primo y un migrante del que ella y su esposo se hicieron amigos durante el trayecto de la segunda caravana migrante por México.
“Estamos empezando el trámite y que todo salga bien, podemos quedar al otro lado y poder sacar adelante a mis hijos que he dejado en El Salvador”, expresó Yanira Hernández.
Casi no puede caminar porque el 1 de diciembre pasado, en Tijuana, afuera del albergue El Barretal, la atropelló el conductor de una camioneta que conducía ebrio y a exceso de velocidad.
Acudió en silla de ruedas hasta la garita de El Chaparral. Su esposo, el salvadoreño Carlos Hernández, la acompaña y le ayuda.
Yanira recordó el día que la atropellaron, señaló que el vehículo arrolló a su primo Nelson Armando Flores, de 36 años, quien falleció.
No fue a la única persona que perdió en su trayecto para pedir asilo. En Tijuana, también murió su paisano y amigo Lázaro.
“Fue el jueves 29 de noviembre que nos enteramos que él había muerto, si no me equivoco, el martes. Nos quedamos sorprendidos. Y luego averiguamos y sí nos dijeron, sí lamentablemente el primer día de trabajo hubo un derrumbe y ahí quedó soterrado”, describió.
“Veníamos con él en la caravana. A Lázaro lo conocimos en Huixtla, ahí fue que empezamos a caminar juntos hasta que llegamos a Benito Juárez, en donde él dijo, yo me separo de ustedes. Ya tengo trabajo, me voy con mi tío. ‘Ok, dale, está bueno’”, dijo.
Lázaro dejó a su esposa y a una niña pequeña en el poblado de El Sonsonate, El Salvador.
“Desde que salimos, más de dos meses, y que llegamos acá ya 41 días y gracias a Dios por la segunda oportunidad de vida que me dio”, expresó Yanira antes de partir en el autobús que la llevó al puerto fronterizo para iniciar su trámite migratorio.
En El Barretal viven menos de 700 migrantes. Es el segundo refugio habilitado para los integrantes de la segunda caravana migrante que llegó a esta frontera con el objetivo de buscar un mejor futuro porque en sus países no hay oportunidades laborales, según han contado los miles de centroamericanos.
Agencias