De políticas y cosas peores

 7/12/2018 – «Me acuso, padre, de que anoche pequé gravemente con mi novio con las manos y la boca». Así le dijo Florilí en el confesonario al padre Arsilio. «¡Santo Cielo! -invocó el buen sacerdote-. ¡Cómo fuiste a hacer eso, desdichada! Eres celadora perpetua de la Venerable Cofradía del Fervor, portaestandarte de la Congregación de Congregantes y secretaria de la Sociedad Samaritana ¿y aún así incurriste en tales actos lúbricos manuales y bucales? ¡Insensata! Tendrás que lavarte las manos y hacer gargarismos con agua de San Serenín el Casto. En fin, dime exactamente qué fue lo que hiciste con tu novio. Pero antes déjame acomodarme bien en el asiento para oírte mejor». Explicó su pecado Florilí: «Me dijo él que si le permitía acariciarme el busto. Yo me enojé bastante. Le hice una seña grosera con las manos y con la boca le dije que se fuera a tiznar a su mamá». Un tipo le contó a su amigo en el bar Roco: «De no ser por los niños mi esposa y yo nos habríamos divorciado». El otro se conmovió: «¿Los niños les pidieron que no se divorciaran?». «No -aclaró el sujeto-. Ni ella ni yo quisimos quedarnos con ellos». Himenia Camafría, madura señorita soltera, fue a la consulta de un médico joven y galano. El apuesto doctor, después de hacer el correspondiente interrogatorio clínico, le pidió: «Desvístase por favor y acuéstese en la mesa de exámenes». «Lo haré -replicó muy seria la señorita Himenia-, pero sepa usted que está jugando con fuego». Tetonina Grandnalguier, vedette de moda, puso los ojos en don Algón, salaz y adinerado ejecutivo. Una noche de luna llena salieron de paseo y ella le dijo a su provecto galán: «Si viera usted, don Algón, cómo me pone romántica la lana. Digo, la luna». «No sólo estamos retrocediendo: también estamos yendo para atrás». Esa frase atribuida a Babalucas es aplicable al nuevo régimen. Quienes lo integran merecerían que alguna murga les interpretaran la chocarrera música de «Los cangrejos», burlona pieza que los liberales progresistas del siglo XIX dedicaban a los conservadores. Los pronunciamientos que AMLO hizo en su discurso de campaña del primero de diciembre miran casi todos al pasado en vez de proyectarse hacia lo por venir. Sería menester que el nuevo Presidente buscara el consejo de asesores que supieran de ciencia y de tecnología, pero con el drástico límite salarial que ha impuesto será difícil que se los allegue. Cuando se pagan sueldos de primera se consiguen colaboradores de primera; cuando se pagan sueldos de segunda se obtienen empleados de tercera. Es bueno regresar a los tiempos de don Benito Juárez en materia de austeridad republicana, pero no en lo que hace a lo científico y lo tecnológico, pues en ese campo se han hecho algunos avances de ese tiempo para acá. Dar la espalda al progreso, tratar de revertir los cambios que ha traído consigo la globalización, es frenar el desarrollo del país, desaprovechar sus recursos y evitar su desarrollo. Simpliciano, candoroso doncel, se enamoró de Taisia, mujer de pródigos encantos lo mismo por la parte anterior que por la posterior. Le propuso matrimonio y ella, aunque sorprendida por la proposición, aceptó su ofrecimiento. Él le dio el anillo de compromiso, pidió su mano y mandó hacer las invitaciones de la boda. No obstante la inminencia de las nupcias ansiaba gozar ya de las bellezas de la joven, pero no se animaba a pedir ese adelanto pues temía lastimar el pudor y recato de su inocente prometida. Le confió tal cuita a su mejor amigo. Le preguntó: «¿Crees que Taisia aceptará darme su amor antes de casarnos?». «Claro que sí -lo animó el otro-. ¿Por qué iba a hacer contigo una excepción?». FIN.

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