Los Hechos

Sopa de colores

18/09/2018 – Por la sede nacional del PRI ayer se dejaron ver algunos de los presuntos aspirantes a la presidencia del Comité Directivo Estatal tamaulipeco.
Andarían visitando a los amigos o estarían ya en la agenda anunciada la semana pasada ante un grupo de “notables”, en la que, precisamente para esta semana se anunciaba entrevistas con los posibles relevistas de CHECO GUAJARDO MALDONADO en el mando tricolor tamaulipeco.
Según los trascendidos, en “la recta final” estarían la ex diputada federal neolaredense YAHLEEL ABDALÁ CARMONA, el ex dirigente estatal ex muchas otras cosas ENRIQUE CÁRDENAS DEL AVELLANO y el actual delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en el vecino estado potosino, CÉSAR GARCÍA CORONADO.
A más tardar la semana entrante la lideresa nacional, CLAUDIA RUIZ MASSIEU anunciará quién vendrá a hacerse cargo del partido en la entidad por los siguientes once meses, tiempo en que se consuma la elección de diputados locales.
El perfil de quien resulte designado para el cargo, de alguna manera pintará el horizonte tricolor en el proceso electoral que prácticamente ya se encuentra en marcha, en medio de no pocos retos a remontar.
Tan sólo revertir la curva decreciente en que se encuentra el partido significa esfuerzos extraordinarios y unas altas dosis de sensibilidad política, de capacidad de convocatoria e inversión de capitales que sobre rieles ordinarias se antojan escasos.
Entre las acciones disuasivas del PAN en el gobierno estatal y los afanes hegemónicos de MORENA debutante en el gobierno federal, con todo lo atractivo que pueda resultar la migración de quienes buscan el poder, por el poder mismo, más allá de militancias o doctrinas, el pragmatismo rampante es una de las principales amenazas que deberá afrontar el nuevo dirigente priísta tamaulipeco.
Como dicen los clásicos, sin embargo, cada amenaza puede convertirse en una oportunidad, si se encuentran los caminos adecuados y se actúa de la manera correcta.
En el aquí y ahora, la mayor ventaja para el PRI en el Estado es que está convertido en el partido bisagra que puede darle la diferencia a los “principales” partidos en pugna en el momento, precisamente los que ejercer el poder doméstico y federal.
Retomar la institucionalidad de una eventual negociación y realizar la mejor “venta” que le signifique entrar en el camino de la recuperación efectiva, pasa por la cohesión interna y en enraizamiento en los liderazgos centrales para acotar eventuales acosos.
La elección local en marcha es un proceso de transición para el PRI a nivel general y particularmente en Tamaulipas.
El desenlace, insistiré, dependerá de quien resulte ser el nuevo dirigente, con todas sus capacidades y acciones, partiendo de una premisa: revertir la curva a la baja en que entró de manera precipitada en los dos últimos procesos electorales.
Los partidos políticos en el momento que asumen el poder, inician su proceso de desgaste, salvados los plazos de gracia que algunos denominan “luna de miel”, cuyos plazos varían, pero no van más allá del año y medio de ejercicio.
Mucho tiene que ver en ello, el rol que adoptan los demás partidos, que no siempre alcanzan el nivel de oposición, que algunos extienden en automático a todos los que no se encuentran en el ejercicio del poder.
En Tamaulipas el PRI, no se diga el resto de los partidos políticos, no ha sabido ser oposición, en las inercias de casi un siglo de gobiernos, mientras en la contraparte, el PAN no acaba de asimilarse partido en el poder.
El cambio en el mando priísta eventualmente significará el regreso al orden natural en la correlación de fuerzas… o todo lo contrario.

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