Locuras Cuerdas

Manuel Bartlett Díaz

31/07/2018 – A veces soy un zorro y a veces un león. El secreto del gobierno radica en saber cuándo ser uno u otro. Napoleón.
Muy querido y dilecto lector, mi andar por la vida, universidad y lecturas, me arrojan una lección indefectible con referencia a las relaciones políticas y es que sólo hay dos fuerzas que unen a los hombres, una de ellas es el miedo y la otra el interés. En el muy sonado caso del tristemente célebre secretario de Gobernación de Carlos Salinas de Gortari, el hoy nombrado director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz (MBD) es una asignación que se entiende más por interés que por temor por parte del virtual presidente electo AMLO, pero desde la trinchera de los ciudadanos que vemos con lupa las acciones de los protagonistas de la política, no terminamos de entender el interés que puede tener el triunfador en las elecciones del pasado 1 de julio para dar pie al nombramiento de gran relevancia en la persona de quien ha sido actor principal de una de las páginas más oscuras en la historia de nuestro país.
En ese tenor, tres décadas después de aquel funesto y lejano 1988; para ser precisos, luego de un silencio de 30 años, el susodicho asignado a la CFE en su segunda versión, pues la primera fue la Comisión Federal Electoral; en forma disruptiva acaba con el silencio y nos recuerda aquella coloquial frase popular que a la letra dice: “yo no fui, fue Teté”, aclarando que fueron los panistas los que pactaron la llegada de Carlos Salinas de Gortari al poder.
El aún senador por el PT se consagra como una cuasi perfecta mojarra enjabonada, como ha sido su costumbre, él nunca es responsable ni política, ni moralmente de cosa alguna. En su biografía política tiene varios incisos que bien los podría utilizar el escritor Mario Puzzo en una de sus novelas más dramáticas y de irremediable suspenso que nos tendrían al filo de la butaca para ver cuál sería el resultado final de la trama, como lo fue el caso del periodista Manuel Buendía que fue asesinado en 1984 y cuya autoría intelectual se le atribuyó a José Antonio Zorrilla Pérez y su equipo de la Dirección Federal de Seguridad, quien fue un subordinado muy cercano del ahora impoluto colaborador de AMLO; pero resulta que el entonces secretario de Gobernación nada tuvo que ver. Algo que pasó desapercibido MBD es que no debes luchar demasiado a menudo con un enemigo o vas a enseñarle tu arte de la guerra.
Como secretario de Gobernación, al igual que lo recuerda el actor Gael García, yo lo veía desde mi trinchera lejana de ciudadano común con un control y una inteligencia tan perturbadora que parecía mentira, un aristócrata de mostrador dentro de la política con una áulica avidez de poder, un hombre fúnebre de cáscara amarga según hacía yo mis precipitadas deducciones de la prensa nacional que ya devoraba.
Hoy que AMLO lo nombra como su tentativo director de la CFE, emerge de su historia pretérita los detalles de sus ínfulas señoriales priístas; como si fuera la misma serie de Luis Miguel recreamos en nuestra mente todo aquel esplendor de poder omnímodo de los ochentas en el siglo pasado, que supo consumir hasta el último saldo de grandeza que pertenecía en forma exclusiva a los miembros pioneros de ese grupo, a quienes su hoy jefe bautizó como la mafia en el poder y a quien según el mito urbano atribuye la llegada al mismo poder presidencial por una sospechosa y “oportuna” caída del sistema.
En forma curiosa el nombramiento de MBD lo coloca en la antípoda de la popularidad social con respecto a su jefe AMLO, pues en ese punto aumenta su aire de desamparo al traer a la palestra hechos que en el presente muchos desconocían y quizá el descrédito que ahora se le presenta se originó en 1988 como una larga pero efectiva incubación lenta, algo así como la hipertensión arterial, asintomático pero que en cualquier momento emerge como un cataclismo devastador.
Toda proporción guardada, esto me recuerda las entrevistas a los candidatos en La Mesa de Vallevisión, recuerdo que tenía la cortesía de enterar a los invitados cuando vendría una pregunta incómoda, no les avisaba porque necesitaran conocer la pregunta, se los decía porque el ser humano, aunque crea estar preparado para ciertas cosas no lo está. La idea era que como invitados tuvieran un punto de partida para que su cerebro absorbiera la pregunta en cuestión y el avisarles era una forma de darles tiempo para aceptarlo, así funciona el cerebro humano en muchas cosas de la vida. No estoy seguro si alguien le aviso a MBD lo que se vendría después de su tentativo nombramiento como director de la CFE. Y quizá estamos frente al verdadero primer indicio de desgaste del nuevo gobierno que aún no inicia.
El tiempo hablará.

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