Marco A. Vázquez
25/06/2018
Encuestas contra mítines…
En la política el pecado de la soberbia es el peor enemigo porque convierte a los candidatos en sordos, ciegos, los lleva a negarse a escuchar al pueblo, olvidar la historia y, a algunos, hasta a creerse las propias mentiras de que van a ganar cuando todas las señales van en sentido contrario.
Enloquece, la soberbia, tan de fea a los aspirantes a los puestos de elección popular que les impide enterarse, o no les cae el veinte, que los mítines con miles de personas ellos o sus patrocinadores los pagan, menos quieren saber que son falacias los resultados de encuestas patito que son mandadas a hacer con sus recursos o los de sus amigos.
En esas condiciones todos creen tener motivos para sentirse triunfalistas porque unos citan encuestas mientras otros exhiben fotografías y videos con miles y miles de personas en torno a su figura, ya con eso se consideran ganadores por anticipado sin comprender que se autoengañan y lo hacen con tal poder de convencimiento que les da por sentirse desde ya en el poder.
Por eso es que el pecado de la soberbia es tan dañino en los políticos, como muchos solo quieren el poder y los presupuestos sin pensar en el pueblo se adelantan en despreciar al pueblo, cuando menos tiempo falta para llegar al final de su campaña toman actitudes nefastas.
No son inventos, para estas fechas observamos por todas partes candidatos que invitan a los ciudadanos a que les salude como si estuvieran haciendo una obra de caridad o un favor, como si quien necesitara los votos fuéramos los colonos, ejidatarios, los empresarios.
Acertó, ensoberbecidos no atinan a comprender que andan tan mal que serán sorprendidos el próximo domingo, eso pasará, solo restan seis días para que puedan enterarse de lo cruel que suele ser la realidad, para comprender que las encuestas no votan, que a los más que llegan, bien aplicadas, es a confirmar la actitud de la ciudadanía hacia los candidatos, quien prefieren que gane pero generalmente se responden en la comodidad y seguridad del hogar, cualquier otra variable de la casa a la urna, que llueva o pase un partido de futbol y gane México puede eliminar ese odio o alimentarlo.
No, tampoco votan las concentraciones de miles de personas, todos sabemos que la gente rara vez acude a un mitin por placer, por escuchar una propuesta, es más, raramente gasta de sus recursos para desplazarse de su casa al lugar donde vayan a concentrarse los seguidores de un candidato o partido político, no se acercan a menos que le llame la atención el grupo musical que amenizará o los regalos que les puedan prometer.
En la historia de Tamaulipas tenemos cientos, quizá miles de ejemplos de que las encuestas y los mega cierres de campaña sirven para las crónicas de los periódicos, para inflar el ego de los candidatos, a veces para engañarlos o autoengañarse de que pueden ganar cuando no existen muchas posibilidades de que eso suceda y ya, al final no pasan de ser show.
Mire, si encuestas y mítines definieran quien gana una elección en este momento Baltazar Hinojosa Ochoa estaría despachando de gobernador, cada que podía su equipo exhibía encuestas favorables, cada evento de campaña eran llenos a reventar, todos los recintos les quedan chicos, tanto como al final le quedaron grandes las urnas.
Vaya, el humor del votante es tan incierto que en algunas ocasiones ni la capacidad de organizarse y movilizar gente sirve, cuenta un político de Tamaulipas que le tocó ser delegado en una campaña a la gubernatura en Michoacán, que allá se tuvo tan pulcra y eficiente movilización de ciudadanos que en sus números contaron medio millón de votantes llevados a las urnas pero se llevaron la sorpresa de que su candidato a gobernador obtuvo ciento cincuenta mil votos menos.
Por eso le insisto, la guerra de encuestas contra mítines son simples payasadas, una pelea estéril porque mientras no logren que se refleje en las urnas no pasa de ser show, los votos es lo que vale y para ello falta muy poquito, 6 días en los que debemos aplicarnos, reflexionar y elegir a quien convenga para nuestros hijos, familia, amigos y a nosotros mismos, es el futuro de los nuestros lo que está en juego, así de grande es la apuesta y así de seria debe ser su participación.