11/04/15.-En Altamira, año con año la imagen de Santiago Apóstol llega por agua, en una lancha decorada con hojas de palma, flores y arcos multicolores por la laguna de Champayán. Luego por tierra inicia la procesión, la fiesta y los fuegos artificiales que iluminan la noche.
Originalmente la Villa de Altamira tenía como patrona a Nuestra Señora de las Caldas, a la cual también le profesan fe en Cantabria, provincia al norte de España y lugar de origen del Coronel José de Escandón, fundador del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas. Posteriormente, a finales del siglo XVIII fue subsistida esta devoción por Santiago Apóstol.
La historia cuenta que Escandón, caballero de la Orden de Santiago, era muy afecto al apóstol Santiago por pertenecer a la milicia, pues el santo había guiado a los ejércitos cristianos en su lucha contra los moros para recuperar la península ibérica. Se trata de su advocación como Santiago Matamoros, montado a caballo, patrono de los españoles en su lucha contra los herejes y paganos. Su imagen como militar connota un triunfo –de España y de Escandón, por supuesto- y la espada, una victoria; el caballo alzado y relinchando sobre las víctimas caídas y los charcos de sangre. Así se presenta su imagen en Altamira.
Su parroquia es uno de los monumentos históricos más relevantes del patrimonio cultural tamaulipeco porque solamente sus dimensiones y escalas son colosales para su época, también destaca su ingeniería, el equilibrio en sus formas, y sobre todo el impacto psicológico en el visitante que entra y recorre con la mirada sus líneas y las monumentales formas que lo contienen con gran austeridad.
La Villa de Altamira había sido fundada en 1749 y la construcción de la parroquia, empresa del capitán de la villa, coronel Cayetano Quintero, inició un año después y se culminó luego de más de medio siglo. Dice la tradicional local que el mortero de los muros, de cal y arena, fue amasado con leche de vaca.
Su planta es en cruz latina, cubierta con bóvedas y cúpula de media naranja con ventanas en el crucero. Los macizos muros llegan a medir poco más de metro y medio de ancho. Recios y altos contrafuertes en el exterior sorprenden por su volumen, creando pasadizos donde se ubican los accesos laterales que insinúan un gusto por el estilo neoclásico, al igual que las ventanas de la cúpula. La fachada principal es de modestia ornamental y neoclásica, y la torre resulta un evidente agregado posterior.
Importante es el resultado visual: esos muros lisos, llanos, la carencia de columnas, tan sólo ese imperante blanco, limpio, inmaculado, que contribuye a dar equilibrios, simetría y solemnidad al muro, y resalta la pesadez de las líneas horizontales que atan a la piedra al piso, a la tierra. Tal es la gravedad de su presencia, que los vecinos la llaman “catedral”. Enfrente, la plaza y su quiosco se llenan de gente.
LIBRO: TAMAULIPAS PATRIMONIO EDIFICADO
SUR: ALTAMIRA
INSTITUTO TAMAULIPECO PARA LA CULTURA Y LAS ARTES (ITCA)
RECOPILACIÓN ARCHIVO GENERAL MUNICIPAL
LIC. LUIS GERARDO GONZÁLEZ ÁLVAREZ (DIRECTOR)