Marco A. Vázquez
30/04/2018
Niños, niñas, entre la pobreza y el trabajo…
En México se estima que 3 millones de niños trabajan de acuerdo a datos levantados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, el INEGI, lo que significa que uno de cada 10 menores tiene que salir a la calle a fregarle para poder comer.
Según datos oficiales el 53.9 por ciento, poco más de 21 millones de personas entre los 0 y los 17 años, viven en pobreza y el sistema educativo registra más de un millón de niños que dejan la escuela cada año lo que significa que se condenan a seguir pobres y también a que sus hijos tengan menos oportunidades.
Hay datos todavía más crueles pero que es obvio le valen madre a todos esos políticos que aspiran a un puesto de elección popular y pretenden conmemorar el Día del Niño con una foto de cuando eran infantes, con una piñata, con regalos y dulces pero, para desgracia de todos nosotros, olvidándose de ponerlos en la parte central de sus propuestas, de decirnos cómo habrán de acabar con el trabajo infantil, con la pobreza en la que viven, con la deserción escolar, para empezar.
La verdad es que la vida para los menores en México es cruel, datos oficiales que significa pueden ser muy conservadores, dicen que de los niños trabajadores una tercera parte todavía no alcanza los 14 años por lo que ni siquiera ganan un salario mínimo, que a veces ni sueldo fijo tienen sino que reciben la caridad de la gente y en ocasiones son víctimas de abuso, por su desempeño físico o mental.
Pero si en la ciudad hay problemas en el campo, en las zonas rurales del país, la pobreza y el trabajo infantil se duplica, hay regiones donde llega hasta el 50 o 60 por ciento los niños que laboran, es decir, de cada 10 niños 6 trabajan.
Y no, no solo son niños, también nuestras niñas, todavía más expuestas e indefensas, tienen que salir a la calle a buscar el pan, de los menores que tienen que salir a buscar la forma de ganar dinero el 30 por ciento son mujercitas y está comprobado que corren más riesgos ya que en algunas ocasiones se aprovechan de ellas hasta sexualmente.
No hace mucho la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, de la cual forma parte México, afirmó que en este país uno de cada cuatro niños es pobre o extremadamente pobre, esto de acuerdo a su nivel de vida y a las opciones que tiene a futuro, luego de ello la investigación de la OCDE concluye que todo se debe a la poca inversión que hacen los gobiernos y los particulares en la niñez, hablan de menos de 36 mil pesos por año para cada menor, cifra que es ocho veces más baja a la invertida por los países con mayor desarrollo que son miembros de esta misma organización.
Así es como este lunes celebramos otro Día del Niño en México, seguro habrá fiesta porque la inocencia no conoce de pobreza, conoce de la necesidad de comer, de sonreír, de tener amor, aunque con la forma de gobernar de muchos políticos (y el accionar de la delincuencia) ahora les estamos enseñando a odiar, a sentir rencor e incluso a que eso de andarse matando también es cosa de ellos.
Sin ser casualidad luego del festejo a los niños les llega el 1 de mayo para festejar el Día del Trabajo, otro motivo para llorar ante las condiciones que vivimos.
Entre abril y mayo los tamaulipecos tenemos dos días para reflexionar, primero para preguntarnos, como en aquella vieja canción de Sabina, quien se ha robado nuestro mes de abril, quien se ha llevado nuestra niñez para ponerla a trabajar, pedir dinero o someterse a la delincuencia, luego preguntarnos qué hacemos los padres de familia por remediar el problema, qué hacen los sindicatos, qué hacemos los propios trabajadores para seguir mejorando.
Por eso es que tenemos que aplaudir los festejos de organizaciones civiles y públicas para los niños, nuestra niñez merece tener un día feliz, y créalo, lo que invierten casi todos ellos en estas fiestas es dinero de todos nosotros que se aplica correctamente para apaciguar la tormentosa vida que llevamos, así que también tenemos derecho a disfrutarlo.
Cierto, con un día de felicidad no cambia el panorama pero sí puede ser un descanso a su cuerpo, a su mente que cada que sale a la calle piensa en balazos y tragedias.
Insisto, es un día para la reflexión, y como siempre, para tratar de empezar de nuevo y no permitir que nos sigan robando nuestro mes de abril, para hacerle saber a los políticos que nuestros niños, nuestras niñas, lamentablemente hoy se mueven entre la necesidad de trabajar y la pobreza, peor aún, que ninguno de ellos, de los que pretenden tener poder, presupuesto y gobernar, ha dicho que hará para empezar a remediarlo.