21/04/2018 – Río Bravo.- No importando las inclemencias del tiempo, haga frío o calor, don Manuel Salazar o «Pachuco», como lo conocen sus amigos, de 68 años de edad, originario de Sabinas Hidalgo, Nuevo León, residente de la colonia Morelos, llega a Río Bravo cuando tenía 6 años de edad, por lo tanto ama esta tierra que dice que es suya.
Manuel sale todos los días a las calles de esta ciudad a vender chicles para poder solventar sus gastos, con paso lento y pausado apoyado de un bastón que le permite identificar los lugares por donde camina, padece de deficiencia visual, por lo que es capaz de distinguir entre la luz y oscuridad, pero no la forma de los objetos, el medicamento que le hace falta para mitigar este padecimiento le cuesta 560 pesos, cantidad inalcanzable para su economía.
Cuidaba marranos
Cuando «Pachuco» era joven, cuenta que, vendía enchiladas y tacos, era un buen negocio en aquel tiempo, a parte también cuidaba marranos que después ofrecía a las carnicerías locales, le iba muy bien. Nunca se casó ni tuvo hijos, porque prefirió dedicar su tiempo a sus sobrinos que tanto amaba, al grado de llamarles hijos, algunos de ellos ya hicieron sus vidas lejos de Río Bravo y los recuerda con nostalgia.
Dice don Manuel que no le hace falta comida, pues para eso trabaja y con lo poco que gana, más las despensas que le regala la gente buena, alcanza a comer muy bien:
«No como mucho, Dios siempre me da exactamente lo que necesito, que es la fuerza para seguir adelante, no pido dinero, yo trabajo», exclama con orgullo y empieza a hacer cuentas:
«Yo gano vendiendo mis chicles 36 pesos diarios, con eso me compro un tamalito y un café, son 20 pesos, para mediodía compro 10 pesos de tortillas, voy a mi casa, hago mi comida y como bien sabroso, me quedan 6 pesos diarios al mes son 180 pesos con los que cuento, con eso pago 44 pesos del agua, me quedan 136 pesos, y me compro mi jabón para bañarme y las cosas que me hagan falta».
Agencias