Armando Fuentes
05/02/18
Las dos guapas modelos procedieron a desvestirse en el camerino. Una notó que su compañera traía marcada en el abdomen la letra A. Le preguntó la razón de esa señal. «No me la había visto -replicó la chica-, pero seguramente se debe a que mi novio, quien tiene hermoso nombre, Armando, me abrazó estrechamente, y me quedó grabada la inicial que lleva en la hebilla de su cinturón». Cuando la otra se quitó la ropa resultó que traía inscritas en la misma parte, el bajo vientre, las letras WMC. «¿De qué son esas letras?» -inquirió su amiga. «Tampoco me las había visto -contestó la modelo-. De seguro se deben a que mi novio, motociclista, pertenece al World Motorcycle Club. Antes de venir estuvimos juntos, y con las prisas se le olvidó quitarse el casco». (No le entendí). Mis cuatro lectores conocen a Capronio. Es un sacapelotas, o sea un individuo despreciable. La otra noche le dijo a su abnegada cónyuge: «Arréglate, Sufricia. Esta noche vamos a cenar fuera». Ella se llenó de regocijo, pues tal invitación de su marido era en verdad inusitada, tanto que a la señora sus vecinas le decían «La tenencia», porque su esposo la sacaba sólo una vez al año. Se bañó, se maquilló, se perfumó, vistió sus mejores ropas y se emperifolló cumplidamente. Capronio entonces sacó una mesa y dos sillas a la calle y le dijo a su azorada esposa: «Haz la cena y tráela acá. Te dije que íbamos a cenar fuera». (Nota: a más de sacapelotas Capronio es un cabrón). De estrepitosa puede calificarse la derrota que el prigobierno sufrió en su enfrentamiento con Javier Corral. He aquí que incluso en un país como el nuestro, donde no impera la ley sino la voluntad de los poderosos, un solo hombre puede prevalecer sobre toda la maquinaria gobiernista y el aparato político oficial si le asisten la razón y la justicia. Muy mal parado queda el gobierno luego de este revés, y peor todavía su partido. El chihuahuense puso de manifiesto la corrupción por la cual el PRI echa mano a los dineros públicos para ganar elecciones, y evidenció sin lugar a dudas el uso que el gobierno hace del erario con propósitos políticos. Lo sucedido constituye un rudo golpe a las posibilidades, ya de por sí escasas, que José Antonio Meade tiene de ganar la elección presidencial, y la victoria de Corral viene a ser un clavo más en el ataúd del PRI. Gladiolina, muchacha soltera, iba a ser mamá. Sus amigas le hicieron un baby shower, y en el curso de la fiesta le preguntaron: «¿Cuál será el nombre del niño?». Respondió ella: «Se llamará como su padre». Comentó una por lo bajo: «Tendrá que ponerle Todoelbarrio». Pepito y su tía Mascarola iban por el bosque. Se oía el murmurar del viento entre los árboles; había trinos de aves en las frondas, y se escuchaba la canción del agua en el riachuelo. «¡Ah, Pepito! -exclamó Mascarola-. ¡Si supieras cuánto amo a la naturaleza!». «¡Qué buena eres, tíita! -se emocionó Pepito-. ¡La amas a pesar de lo que te hizo!». Una ancianita fue sorprendida robándose las cintas funerarias en las tumbas del cementerio militar. El juez le preguntó, severo: «¿Por qué roba usted esas preseas de homenaje a los veteranos de la guerra?». Respondió la viejecita: «Soy pobre, señor juez. Uso la seda de las cintas para confeccionarme mi ropa interior». El juzgador ordenó que una mujer policía certificara si era cierto lo que afirmaba la ancianita. La oficial hizo la revisión correspondiente y encontró que su declaración era verdad. En efecto, en el corpiño, la prenda que cubría el busto, tenía una inscripción que decía: «Caído en el cumplimiento del deber», y la prenda de abajo mostraba otra frase que decía: «Al héroe de mil batallas». FIN.Las dos guapas modelos procedieron a desvestirse en el camerino. Una notó que su compañera traía marcada en el abdomen la letra A. Le preguntó la razón de esa señal. «No me la había visto -replicó la chica-, pero seguramente se debe a que mi novio, quien tiene hermoso nombre, Armando, me abrazó estrechamente, y me quedó grabada la inicial que lleva en la hebilla de su cinturón». Cuando la otra se quitó la ropa resultó que traía inscritas en la misma parte, el bajo vientre, las letras WMC. «¿De qué son esas letras?» -inquirió su amiga. «Tampoco me las había visto -contestó la modelo-. De seguro se deben a que mi novio, motociclista, pertenece al World Motorcycle Club. Antes de venir estuvimos juntos, y con las prisas se le olvidó quitarse el casco». (No le entendí). Mis cuatro lectores conocen a Capronio. Es un sacapelotas, o sea un individuo despreciable. La otra noche le dijo a su abnegada cónyuge: «Arréglate, Sufricia. Esta noche vamos a cenar fuera». Ella se llenó de regocijo, pues tal invitación de su marido era en verdad inusitada, tanto que a la señora sus vecinas le decían «La tenencia», porque su esposo la sacaba sólo una vez al año. Se bañó, se maquilló, se perfumó, vistió sus mejores ropas y se emperifolló cumplidamente. Capronio entonces sacó una mesa y dos sillas a la calle y le dijo a su azorada esposa: «Haz la cena y tráela acá. Te dije que íbamos a cenar fuera». (Nota: a más de sacapelotas Capronio es un cabrón). De estrepitosa puede calificarse la derrota que el prigobierno sufrió en su enfrentamiento con Javier Corral. He aquí que incluso en un país como el nuestro, donde no impera la ley sino la voluntad de los poderosos, un solo hombre puede prevalecer sobre toda la maquinaria gobiernista y el aparato político oficial si le asisten la razón y la justicia. Muy mal parado queda el gobierno luego de este revés, y peor todavía su partido. El chihuahuense puso de manifiesto la corrupción por la cual el PRI echa mano a los dineros públicos para ganar elecciones, y evidenció sin lugar a dudas el uso que el gobierno hace del erario con propósitos políticos. Lo sucedido constituye un rudo golpe a las posibilidades, ya de por sí escasas, que José Antonio Meade tiene de ganar la elección presidencial, y la victoria de Corral viene a ser un clavo más en el ataúd del PRI. Gladiolina, muchacha soltera, iba a ser mamá. Sus amigas le hicieron un baby shower, y en el curso de la fiesta le preguntaron: «¿Cuál será el nombre del niño?». Respondió ella: «Se llamará como su padre». Comentó una por lo bajo: «Tendrá que ponerle Todoelbarrio». Pepito y su tía Mascarola iban por el bosque. Se oía el murmurar del viento entre los árboles; había trinos de aves en las frondas, y se escuchaba la canción del agua en el riachuelo. «¡Ah, Pepito! -exclamó Mascarola-. ¡Si supieras cuánto amo a la naturaleza!». «¡Qué buena eres, tíita! -se emocionó Pepito-. ¡La amas a pesar de lo que te hizo!». Una ancianita fue sorprendida robándose las cintas funerarias en las tumbas del cementerio militar. El juez le preguntó, severo: «¿Por qué roba usted esas preseas de homenaje a los veteranos de la guerra?». Respondió la viejecita: «Soy pobre, señor juez. Uso la seda de las cintas para confeccionarme mi ropa interior». El juzgador ordenó que una mujer policía certificara si era cierto lo que afirmaba la ancianita. La oficial hizo la revisión correspondiente y encontró que su declaración era verdad. En efecto, en el corpiño, la prenda que cubría el busto, tenía una inscripción que decía: «Caído en el cumplimiento del deber», y la prenda de abajo mostraba otra frase que decía: «Al héroe de mil batallas». FIN. MIRADOR. Por Armando FUENTES AGUIRRE. Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que escuchó a Mahalia Jackson cantar «Amazing grace», dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó: -Yo tengo dudas sobre Dios. Me gustaría poseer la fe de la gente sencilla, de esa buena gente que cree sin preguntar. Los que no creen tampoco preguntan. ¿Para qué hacer preguntas sobre lo inexistente? Yo voy a medio camino entre el creyente y el incrédulo. Dudo, pero preguntar acerca de Dios -y preguntarle a Dios- es prueba de que creo en él. Siguió diciendo: -Vistas las cosas desde un punto de vista estrictamente práctico, ser creyente presenta más ventajas que ser agnóstico o ateo. En las horas oscuras tienes una luz, y cuando llegan a tu vida el dolor, la soledad o el sufrimiento dispones de un asidero que te salva del abismo. La duda te da muy buenos temas de conversación, pero sólo la fe te ayuda en los momentos de tribulación. Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre. ¡Hasta mañana!…