Ma. Teresa Medina
17/07/17
¿Conviene exigir un cambio de rumbo político?
No sólo han sido el petróleo y el peso los devaluados. Pero ya entrados en gastos, vale la pena no olvidar que el precio de la mezcla mexicana se derrumbó desde 2014, bajando el barril a un costo histórico de 100 a 20 dólares en 2016, para estacionarse hoy en cerca de los 42. Mientras que la moneda nacional (por el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca) llegó a depreciarse hasta en 22 pesos por dólar el 11 de enero de este año.
No ha pasado mucho tiempo de tan grandes caídas y pérdidas que a todo mundo dejaron “apanicado”, incluyendo lo político y el alarde de poder. Que la construcción del muro, que su costo tendría que pagarlo México, que los migrantes estarían (todos) de regreso, que las remesas, que el colapso era inminente para nuestro país, e incluso rumores de una invasión militar.
Hubo gente que afirmó que era un apocalipsis y que el nuevo presidente de los Estados Unidos era el diablo en persona.
Pero, además de dos que tres sustos y coletazos de iguana en el mercado de valores, México siguió igual: pobre como siempre, y ahora demasiado violento, resultado de una clase política endemoniadamente corrupta.
La realidad es que al gobierno de Enrique Peña Nieto le cayó de perlas que Trump haya sustituido a Barack Obama, desplegando una cortina de humo, ya lo decíamos desde entonces, a fin de que la sociedad fuese distraída por esta élite decadente.
Y hasta cierto punto Peña y sus colaboradores se salieron con la suya. Y de cosificar a todo el pueblo de México, ahora son los mexicanos quienes los cosifican a ellos.
Esta falta de respeto enorme tendrá las siguientes consecuencias (mientras Peña no le arrebate la elección presidencial a Andrés Manuel López Obrador o a quien dé la sorpresa de parte del PAN): el PRI, de 2018 a 2024, se quedará sin futuro, por el castigo que le impondrá en las urnas el electorado, incluyendo sus mismas estructuras.
No aprendió el priísmo la lección, pese a ser el alumno más experimentado en el poder.
Acusados sus “próceres” de que la corrupción la sufren no en sus actos propiamente, sino en sus mentes, en sus sentimientos y en sus corazones, la elección que viene, los reubicará como partido hasta en una cuarta posición política nacional.
Primero, quien gane Los Pinos. Luego el segundo lugar lo disputarían el PAN y Morena, en tanto que el tercer sitio estaría dominado por la izquierda arrepentida encabezada por el PRD y quizá por personajes que en calidad de candidatos independientes crezcan en menos de un año.
O sea que la peor devaluación ha sido la consciencia de estos políticos, de por sí siempre muy deteriorada, pero que ahora llegó al colmo, a la abominación y, claro está, al peor de los escarnios públicos, originados por una naturaleza trastornada o al extremo pecadora, señalan los religiosos.
Si hubiese sido la “clásica” corrupción financiera que una gran parte de los que llegan al poder cometen, créanme que no hubiera existido tan grave problema. Fue en realidad el “¡qué diablos me importan los mexicanos!” abandonados a su suerte ante la peor violencia que estas generaciones nunca habían conocido.
Aún así siguen sin hacer un esfuerzo por combatir esa mala naturaleza, aunque lo peor es su insistencia de que están bien y que van a competir en 2018. Me pregunto si algo podemos ganar exigiéndole a esta gente un cambio de rumbo político o mejor esperar a que se enfrenten directamente a su corrupción y a los muertos que ellos, por sus acciones, mataron.
CULTURA DEL PATRIMONIO NATURAL: SET
La concientización que la SET a cargo de Héctor Escobar Salazar fomenta en los alumnos de educación básica, a efecto de que aprendan a valorar y conservar el patrimonio natural para el uso de la comunidad y disfrute del turismo, revela los esfuerzos del Gobierno del Estado por impulsar una nueva cultura ambiental. Un tema que hoy, bien lo sabemos, está en crisis y urge que las nuevas generaciones estén bien informadas y conscientes respecto a los graves y diversos efectos de no conservar nuestro patrimonio natural.
De ahí la importancia de que la SET y la Secretaría de Turismo convoquen a niños de entre 6 y 12 años al Concurso Nacional de Cultura para el Turismo Sustentable. Una tarea que a simple vista pareciera no tener la trascendencia de otros acontecimientos. Sin embargo, observemos que muchas de las buenas actividades y ejemplos que los niños y jóvenes llevan a cabo hoy en día suelen influir en los adultos, siendo estos precisamente quienes los importantes temas centrales los convierten en marginales, hasta que sus hijos los encauzan en reflexiones no consideradas, gracias al papel fundamental de la educación.
¡Excelente inicio de semana!