VIDA DIARIA

Rosa Elena González

29/03/17

Indignación y emoción…

¿Por qué hay gente que no respeta los espacios destinados a personas discapacitadas? ¿Por qué se han expedido tarjetones de discapacidad a quien tiene sanos todas sus extremidades?
¿Por qué hay gente que se molesta al ver esas acciones? y lo más importante ¿Por qué los jóvenes pueden dar muestra de tolerancia y respeto?
Los estudiosos del comportamiento humano aseguran que todo es de acuerdo a la problemática que cada quien viva, el nivel de estrés y hasta la educación y los genes de cada persona.
La sabiduría popular dice que porque cada cabeza es un mundo, ambas versiones pueden tener verdad, lo cierto es que el ser humano es complejo aderezado con el nivel de estrés o de vida de cada quien pueden generar una situación explosiva, pero igual se puede tener cordura y sensibilidad.
Sin tanta ciencia podemos decir que en el caso de las personas que ocupan los espacios para personas que no pueden caminar bien o utilizan sillas de ruedas es por inconscientes, porque no se dan cuenta las dificultades a las que se puede enfrentar las personas para las que están destinadas esos espacios y merecen que se les respete.
Bueno, también hay quienes dicen que es porque quienes ocupan los espacios de discapacitados es porque tienen una discapacidad mental más grande que una física.
Con respecto a quienes se molestan porque frente a ellos hay inconscientes que ocupan los cajones para discapacitados gozando de salud física, pudiéramos decir que a cualquier persona con sensibilidad le molesta que existan otras que actúen arbitrariamente.
¿Qué porque se atreven a llamarles la atención o preguntarles por qué utilizan los espacios que no deberían? Siendo honestos, es algo que deberíamos hacer todos, es preocuparse porque exista una cultura de respeto y que quienes necesiten los lugares porque sufren de algún problema físico puedan hacer uso de ellos sin problemas, de echo todos deberíamos ser vigilantes de que se cumpla y conminar a quienes hacen mal uso a cambiar de actitud.
Decía que lo más importante es ver que los jóvenes den muestra de tolerancia e intervengan para que se actué con respeto sin llegar a la violencia física o verbal, es porque nos demuestran que no todo está perdido, que ellos, los muchachos pueden hacer que la sociedad tenga mejor comportamiento, que se tengan entornos más afables.
Todo esto viene a colación porque ayer, al salir de una tienda de autoservicio en la capital del Estado fuimos testigos de una situación que la verdad causó indignación pero más emoción.
Va la historia, una hombre de alrededor de 55 años llega y se estaciona en el cajón especial para personas en sillas de ruedas se baja con ropa deportiva y hablando por celular, una señora que se percató de lo sucedido le dice, “oiga señor no hay que ser, usted puede estacionarse en cualquier lugar”.
Dirán muchos, que nadie trae a la señora haciendo esa petición, pero la verdad es deber de todo ciudadano hacer que las cosas se hagan bien.
Seguramente jamás esperó la señora lo violento que reaccionaría el hombre que la increpa “que no está viendo que traigo una calca de discapacitado”, gritaba el tipo, “sí señor, pero yo a usted lo veo perfectamente, o dígame, cuál es su discapacidad”, le contesta la dama.
Enfurecido el hombre se le acerca y grita “que le interesa, además mi hija me la consiguió para que no ande batallando con personas como usted”, apenas íbamos a pedirle al señor que no fuera grosero con la señora que sólo le había echo una recomendación, cuando escuchamos una voz que decía “pasa algo” y vimos a un muchacho como de unos 20 años que presuroso se acercaba y le preguntaba a la señora qué sucedía.
Al escuchar a la dama y ver la actitud del hombre, el joven dice “señor no es válido faltarle el respeto a una mujer, además es correcto lo que la señora dice, hay gente que si necesita esos espacios” el agresivo personaje se retira no antes de mandarle un saludo a la madre del muchacho.
Como la situación estaba muy tensa y la verdad no se requiere de más violencia ni de personajes prepotentes, nos quedamos viendo el desenlace casi a punto de llamar a la seguridad de la tienda, pero no pasó a mayores el incidente, que reiteramos, causó indignación pero mucha más emoción por la sugerencia de la señora y la defensiva del joven que con toda educación invitaba al señor a tranquilizarse y no ofender a nadie, cuando igual pudo darle un golpe por el saludo enviado a su madre, pero imperó la cordura en el muchacho más que en el adulto.
Después de lo sucedido les pregunteési se conocían, señora y muchacho, “no, pero muchas gracias joven si no hubiera sido por usted no se hubiera detenido el señor, quizá mi error fue decirle que dejemos esos espacios para quienes los necesitan”, dice la mujer.
“Nos hace falta mucha cultura, más sensibilidad, me molestó la manera en que el señor gritaba a la señora por eso intervine, pero la señora está en lo correcto y ningún hombre tiene derecho a faltarle el respeto a una mujer”, contesta el joven.
Al escuchar a la señora me agradó su postura porque nunca le faltó el respeto al violento hombre, pero la actitud del muchacho definitivamente emocionó porque nos hizo reflexionar, darnos cuenta que no todo está perdido, que en las nuevas generaciones está el cambio que necesitamos y en eso es en lo que tenemos que trabajar, hoy vemos que la juventud tiene más conciencia de las cosas que muchos que ya estamos bastante creciditos.

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